Surviving
Picasso
Marshall Berman.-
Me
atraen los museos, pero nunca espero que me emocionen. Sin embargo, la
exposición "Picasso y el retrato" que exhibió
el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) el verano del 97 me dejó sin aliento. El lugar estaba repleto. Miles de gentes daban vueltas y
regresaban una y otra vez. Abundaban los gestos y las exclamaciones:
"¡Mira nada más!", "¡Increíble!",
"¡Dios mío!", "¡Guau!" Era asombroso
encontrarse en un museo en medio de una multitud tan eufórica como
si estuviera en el estadio de los Yanquis, el Madison Square Garden, el
Fillmore East o en alguno de esos maravillosos lugares que han desaparecido
hace tiempo
Duelo
Jean Baudrillard.-
Se tiene
la impresión de que una parte del arte actual concurre a un trabajo
de disuasión, de duelo de la imagen y de lo imaginario, duelo estético,
la mayor parte del tiempo fallido, lo que entraña una melancolía
general en la esfera artística, que parece sobrevivir en el reciclaje
de su historia y de sus vestigios (aunque ni el arte ni la estética
son los únicos que se dirigen a este destino de vida melancólico
más allá de sus medios y sus propios fines).
Lente
de luz, cámara de platino, ojo vidente
Kobena Mercer,- Detractor
infatigable de los instantes que, a veces, yo anhelaría infinitos.
Por la noche te transformas en nostalgia de la luz del día, revelada
inapelablemente. En la mañana retiras de mis manos el espejo del
verano con el que me engañaste en la víspera.
Flecha mortal en la duración del cuerpo, suspiro frágil
dirigido a la eternidad. Imagen fugitiva a merced de las manos infantiles
que creían poder atraparla para siempre.
La
mirada del agua
Evgen Bavcar.,-
Fotografias
Nueva
York
Elena Climent
.Fotografías
Cómo
hacerse vidente
Jean Claude Lemagny.- Víctor
Hugo, al enterarse de la sordera de Beethoven, exclamó: "¡Parece
un dios ciego que crea soles!" Lo más admirable no es lograr
hacer fotografías a la manera de los videntes. Lo más
admirable es enseñarnos lo que puede ser la fotografía
de un ciego. El desafío principal no reside en haber vencido
la dificultad por grande que ésta sea, el mérito
está en revelarnos un universo visual nacido de la noche. Esta
obra suscita una correspondencia. Por un lado, hace mucho tiempo que
Bavcar no tiene acceso a nuestro
entorno de luz y de formas. Pero de nuestro lado, frente a sus obras,
nos volvemos al fin capaces de conocer un universo desconocido y, sin
embargo, presente.
Desapariciones
Andrés de Luna.-
Uno.
El
cuerpo forma parte de lo visible. Aparece y desaparece, está
ante nuestra vista y de pronto es figura evanescente y nebulosa. Frente
al espejo nos encontramos con un hecho insoslayable: nos vemos y tal
vez nos identificamos con esa parte que aparece fuera de nuestro campo
visual y que de pronto admite una forma que nos resulta familiar. Sin
embargo, y eso lo sabemos ahora, somos parte de esa mirada que arropa
y desnuda, descubre e ignora. Jacques Lacan contaba una historia que
le inquietó sobremanera: Un día, cuando contaba con 20
años, navegaba en las aguas de Bretaña, de pronto uno
de los marinos del
navío lo alertó sobre una cosa que flotaba entre las olas.
El hombre comentó: "¿Ves esa lata? ¿La ves?
Pues bien, ¡ella no te ve! Al hombre le pareció gracioso,
pero a Lacan le desconcertó al punto que reflexionó: pese
a todo, me mira. Me mira al nivel del punto luminoso, donde está
todo lo que me mira." Algo parecido encontramos en el filme Crímenes
y pecados de
Woody Allen, en donde un oftalmólogo comete un crimen de apariencia
perfecta. Sin embargo,
ha olvidado que la mirada de Dios, según el filme, ha contemplado
los hechos. Es decir, por más que escondamos nuestro cuerpo y
nuestros hechos a la mirada de los otros, siempre existirá una
red de ojos, de puntos luminosos que desborden nuestro secreto y que
hagan de nuestra
realidad un universo que se abre a la mirada expectante de los demás,
de nosotros mismos. Para unos será esa mirada omnipotente de
Dios, para otros la simple constatación de que formamos parte
de lo visible, de lo que se despliega ante la mirada de los otros.
Certeza
de la ceguera
Raymundo Mier.-
Contempladas
por primera vez, las imágenes fotográficas de Bavcar parecen
ajenas a la ceguera de la que emergen. No hay signos en la imagen que
revelen el
allanamiento de la mirada. Acaso, la invención fotográfica
señala sobre la imagen rastros de un trabajo fotográfico
que más que de una captura, o un sacudimiento de la mirada, emergen
sólo de una gesticulación silenciosa, de un trabajo corporal
que sin embargo, ha dejado rastros
tenues en las imágenes. La mirada se enfrenta a esos rasgos inadvertidamente.
Son señales apenas presentidas, al margen de cualquier categoría,
en los bordes del sentido, neutras. Sería quizá posible
adivinar en las figuras las huellas del cuerpo y el lenguaje que las
han modelado. Reconocer la sombra de las palabras que inventan la escena,
del relato tácito que las modela como una iluminación
de la memoria.
Lumbrales
Benjamin Mayer Foulkes.-
Encrucijada e implicación.
De la umbra y el umbral, de la sombra y el lindero, de la luz ausente
o escasa de lo umbrío y el destello del lumbral: dintel, entrada,
preludio, pero también luz, resplandor, antorcha. Condensación
articulada de lo sombrío (umbra) y su ausencia (lumen), a la
vez que de la frontera (limen) como la posibilidad misma de esta coincidencia.
Enigma de una topología cuyo desciframiento es el nuestro propio.
Anudamiento que nos atraviesa y nos arropa con frágiles prendas
sólo para de ellas mejor despojarnos después.
Edipo
fotógrafo
En sus reflexiones acerca de su producción y su experiencia como
fotógrafo ciego, Evgen Bavcar invoca la figura de Edipo en al
menos dos ocasiones. En la primera, describe la escena del encuentro
de los fotógrafos y los espectadores videntes con su obra y,
más ampliamente, con la figura del fotógrafo ciego:
Luz-tacto
Silvia Pappe.- El
objeto de estudio de este ensayo no se circunscribe, pues, ni a la biografía,
ni a los efectos psicológicos de la ceguera, ni a una evaluación
comparativa de la obra de Bavcar frente a la estética de la fotografía
en general. "La primera tarea del crítico anota Vilem
Flusser es el reconocimiento de la obra, la aceptación
incondicional del proyecto en que se basa." (Véase: Vom
Stand der Dinge. Eine kleine Philosophie des Design, Göttingen,
Steidl Verlag, 1993, p. 92.) Por contradictorio, absurdo o paradójico
que parezca, el crítico puede realizar su trabajo únicamente
si acepta no sólo la posibilidad, sino la validez de un proyecto
como el de la fotografía ciega. Tiene que descubrir, a partir
de las imágenes y no a partir de la condición física
o psíquica del fotógrafo, los parámetros que rigen
a éstas; explorar la estructura
aparentemente visual de los resultados que se cruza con otras estructuras
no visuales. En otras
palabras, sondear en un ensayo ciego el presunto carácter visible
de estas fotografías, y la viabilidad de posibles entradas interpretativas.
Evgen
Bavcar
Francisco Segovia,- Hay
una idea a la vez paradójica y radical que Evgen Bavcar parece
compartir con el ocultismo y acaso también con buena parte
de la poesía lírica, especialmente
la simbolista: la de que la zona oscura de la Verdad también
a su modo ilumina al mundo. Sólo que esa verdad hay que verla
con otros ojos que los ojos. Por eso los videntes y los sabios son tradicionalmente
ciegos (como Homero, Tiresias y Raftery) o aman las tinieblas (como
Baudelaire y Rimbaud): ciegan sus ojos materiales para abrir sobre el
mundo otra mirada, menos sumisa a la luz de los hombres y sus mores,
menos esclava de las veleidades de la luz pública. Refugiándose
en el estrecho rincón de su intimidad, apartados de la justiciera
luz de la razón común, los videntes se dan al sueño,
y a veces "escuchan voces" y "hablan lenguas". Mientras
más
penetran en la oscuridad, más iluminados van.
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