La
vanguardia requisada
Evodio Escalante.- Si
algo no puede hacerse con la obra de Octavio Paz, es circunscribirla a
los límites estrechos de la literatura. Desde su inicio, no sólo
la obra, sino incluso la poética de Paz, sorprende por una pretensión
totalizante, que intenta abarcar todo y que no es reductible a la lógica
del puro signo estético. El ámbito de la poesía,
así, no es el desierto de la página en blanco; su modo de
expresión no se limita a la manipulación de lo escrito.
La poesía deviene acto, trascendencia, actividad revolucionaria;
no sólo trastorna los signos, la sintaxis,
el acoplamiento de las frases, también intenta cambiar la vida
y la sociedad.
Carlos
Monsiváis: proximidad crítica
John Kraniauskas.-
Carlos Monsiváis
es acaso el escritor más influyente y prolífico de México.
Escribe sobre y testimonia los cambios culturales y políticos.
Sin cesar, enfoca y
reenfoca su atención para adecuarse a su público en periódicos,
revistas, suplementos, al
interior de la academia y, lo más importante, fuera de ella. Vive
de lo que escribe, si bien en sus
innumerables textos que abarcan un espectro asombroso se detecta
una necesidad básica de comunicar. Su presencia es tan persistente
e incisiva que, en rigor, su obra se ha vuelto indispensable para cualquier intento de aproximarse a la cultura mexicana;
no sólo porque la describe tan bien, sino porque en realidad se
ha convertido en una de sus voces definitivamente paradigmáticas
La
escritura del viento
Adriana Menassé,-Hebras,
tiras, filamentos; briznas de visiones y recuerdos, cabos sueltos. De
estos materiales confesadamente dispersos y frágiles, conforma
Esther Seligson su último libro (Hebras, Ediciones sin nombre, 1996) un libro que
no se ofrece a la lectura como una urdimbre compacta y espesa, sino como
el dócil entramado de una chalina tendida al abrazo del viento.
Hebras de recuerdos, como en "Jardín de infancia", de
visiones, como en "Travesías"; cabos sueltos del transcurrir
cotidiano, de nuestros asombros. De ciertas lentas y dolorosas reconciliaciones.
La
torre y el caracol
Pedro Serrano,-"La
razón y la sensibilidad", escribe Octavio Paz sobre Sor
Juana en Las trampas de la fe *, "se enlazan en ella, se querellan
y vuelven a enlazarse como amantes celosos. Es un diálogo que
tiene por teatro su fuero interno y del cual ella es la única
espectadora" (SJ, p. 358). No algo muy distinto se puede decir
del propio Octavio Paz. En este sentido, muchas de las reflexiones que
hace en su libro sobre Sor Juana, además de ser
lúcidas lecturas sobre la monja mexicana, son también
explicaciones de su propia obra, personalidad y vida.
Alrededor
de Virgina Woolf
Alicia García Bergua.-Lo
que motivó a Virginia Woolf a escribir el ensayo Tres guineas,
publicado en 1938, es que su sobrino mayor, Julian Bell, hijo de
su hermana Vanessa, insistió en irse de voluntario con las Brigadas
Internacionales a luchar por la República española un
año antes. Vanessa y Virginia no pudieron convencerlo de que
no fuera, lograron únicamente que no participara en los combates
y que sólo manejara una ambulancia. Aun así lo mataron.
Cuenta Virginia Woolf en una de sus cartas, citada en el libro de Jane
Dunn, Vanessa Bell. Virginia Woolf, que cuando ambas trataban
de convencer a Julian a ella le hervían en la sangre los argumentos
de Tres guineas. Cuando uno lee este texto, pese al cuidado con
que está documentado y razonado, no deja de sentir ni de contagiarse
de este hervor de su sangre.
Carlos
Monsiváis: la femenología de la vida cotidiana
Sergio González Rodriguez.-Desde
tres décadas atrás, Carlos Monsiváis ubicó su lugar en la República
de las Letras mexicanas, al poner un pie en la irreverencia y el otro
en la lucidez. Opuesto a los afanes marmóreos, el autor de Días de
guardar un libro que desató un cortocircuito en las convenciones
de lo que era hasta entonces el ensayo y la crónica en
nuestra literatura ha multiplicado su persona en tantas presencias
de sí mismo que ha logrado un estatuto excepcional: el intelectual como
contagio irónico y multitudinario.
Paul
Celan en el fondo
Margo Glantz.- Se
trata de la polarización más absoluta, Levi, acostumbrado
a mirar la realidad con los ojos analíticos de un científico,
un tipo de científico especial puesto que trabaja la química
inorgánica, contempla las cenizas y el lenguaje desde la misma
perspectiva, ambos son objetos literalmente, tienen sentido en su concreción
absoluta, las palabras sirven para comunicarse con los demás,
son un instrumento ni más ni menos que los matraces, las redomas
y demás herramientas que propician las metamorfosis, esa posibilidad
alquímica a través de la cual de una materia imperfecta
se obtiene la esencia (El sistema periódico, p. 67),
como de los cuerpos de los judíos incinerados se obtenían
materiales útiles para los arios, materiales aptos para la profanación.
J uan Gelman
Margo Glantz.-Gelman
habla así del futuro, de la sobrevivencia: "sólo la esperanza tiene
las rodillas nítidas/ sangran"; y, obviamente, cuando habla de la mujer
amada, como en el poema que abre el poemario antes mencionado, escrito
hacia 1956 o 57, su referencia principal es el cuerpo: "Habítame, penétrame,
sea tu sangre una con mi sangre. Tu boca entre a mi boca..." Asimismo
en el poema "Carta a mi madre", escrito entre 1985y 87, donde el cuerpo
maternal es a la vez el cuerpo de la amada:
Palabras
para una fábula
Margo Glantz .- ¿Cómo
definir con palabras los sentimientos y los afectos? Que es muy difícil,
me parece fuera de toda duda, además, ¿no dice el poeta
que las palabras chillan como putas?, y cuando chillan es imposible
usarlas para decir lo que uno quiere decir y yo por más que intento
no consigo pensar en cosas comunes y corrientes o simplemente humildes
y trato siempre de sentirme de puta madre y de no chillar nunca, pero
en el momento en que escribo estas palabras mi computadora le da la
razón al poeta porque se ruboriza y subraya con rojo
las malas palabras esas putas que siempre chillan esas palabras
que no existen en el tesauro, por eso cada vez que las escribo aparecen
amenazadas, enrojecidas, hinchadas y al hincharse me recuerdan de inmediato
una parte de mi anatomía, símbolo como otras partes de
mi anatomía por ejemplo el cabello de vida, de erotismo,
pero también de muerte
Palabras
para una fábula
Margo Glantz .- ¿Cómo
definir con palabras los sentimientos y los afectos? Que es muy difícil,
me parece fuera de toda duda, además, ¿no dice el poeta
que las palabras chillan como putas?, y cuando chillan es imposible
usarlas para decir lo que uno quiere decir y yo por más que intento
no consigo pensar en cosas comunes y corrientes o simplemente humildes
y trato siempre de sentirme de puta madre y de no chillar nunca, pero
en el momento en que escribo estas palabras mi computadora le da la
razón al poeta porque se ruboriza y subraya con rojo las malas
palabras esas putas que siempre chillan esas palabras que
no existen en el tesauro, por eso cada vez que las escribo aparecen
amenazadas, enrojecidas, hinchadas y al hincharse me recuerdan de inmediato
una parte de mi anatomía, símbolo como otras partes de
mi anatomía por ejemplo el cabello de vida, de erotismo,
pero también de muerte.
Derek
Walcott
Edward Hirsch.- Derek
Walcott es el mayor poeta y autor dramático anglófono
que las Indias Occidentales hayan producido. Su Collected poems (1986) resulta en sí mismo un logro descomunal que reúne
los textos de diez libros previos, escritos entre 1948 y 1984. Va desde
su primera plaqueta, de edición privada, 25 Poems, hasta
su secuencia lowelliana, Midsummer. Incluye trabajos tempranos
del libro que constituyó un parteaguas en su obra, In a green
night: Poems 1948-1960; poemas de su etapa intermedia tomados de
The castaway, The gulf, y de su gran poema autobiográfico Another life (que es su Retrato del artista adolescente);
y trabajos posteriores de Sea grapes, The star-apple kingdom,
y The fortunate traveller. Después de la aparición
de Collected poems, Walcott ha publicado The Arkansas testament
(1987) yOmeros (1990). Este último libro es una recapitulación
de La Odisea que hace paralelos entre
la experiencia griega y la antillana y representa hasta ahora la piedra
de toque de su poesía.
Los temas de los poemas de Walcott reciben un eco y un contrapunto en
la acción ritual y el lenguaje coloquial de sus mayores obras
dramáticas, desde Dream on monkey mountain, Remembrance y
Pantomime, hasta Beef, No chicken, The last carnival y A
branch of the Blue
Nile. Al leer la obra completa de Walcott uno está siempre
consciente del compromiso que mantiene con un pueblo y un territorio.
Sergio
Pitol
Juan Antonio Ródenas Masoliver.- El escritor veracruzano Sergio Pitol (1933) ha ocupado durante muchos
años una posición muy especial en el panorama literario
mexicano. Unánimemente elogiado por la mejor crítica,
ha sido asimismo un apasionado difusor de la literatura centroeuropea
y el brillante traductor de autores como Conrad, James, Gombrowicz o
Andrzejewski. Sin embargo, varios factores han contribuido a que no
pasara de ser, durante muchos años, un escritor de culto. Su
narrativa es visceralmente mexicana, pero sin los
modelos literarios ni la temática que ha marcado a los escritores
mexicanos, obsesionados por la identidad nacional y por la revolución
traicionada.
Invocación
de Emiio Prados
Tomás Segovia.-¿Se
puede de veras hablar de un poeta en un foro, ante un podio, en un aula,
en un estudio de televisión? Vagamente enterado de los preparativos
de este centenario, había un adolescente perplejo y casi escandalizado.
Ese adolescente era yo. Yo tenía 16 años cuando conocí
a Emilio Prados. Si hubiera imaginado entonces algo ligeramente parecido
a este episodio en el que hoy participo, sin duda no habría vuelto
a visitarlo. Es verdad que no puedo estar seguro, sabiendo que un ser
humano es siempre más complejo de lo que uno puede abarcar con
la mirada, de que él no haya imaginado nunca algo de este tenor.
Paul
Auster: el ojo y el muro
Pierre-Yves Soucy.- Dirigir la atención de la mirada hacia la realidad más
cercana, más familiar, para alejarse poco a poco de ella a fin
de impregnarse con la proximidad de las cosas, de probar sus límites,
de discernir su fuerza de inmanencia, de tal modo que la palabra pronunciada
revela cuando nombra y afirma dicha realidad, le otorga al habla un
lugar al que se remite y a partir del cual puede irradiar.1 Esta palabra
también puede revelar, en ausencia misma de ese lugar y con el
simple ejercicio de la memoria, lo que activa la función representativa
del lenguaje
Ondaatje,
el cuerpo, la memoria
Antonio Tenorio .-
Michael
Ondaatje, cuyo origen, en parte, es holandés, nació en
Sri Lanka. Luego estudió en Londres y desde hace más de
20 años radica en Toronto,
Canadá, donde escribió en 1992 la novela The English
Patient. Recientemente, la homónima versión
fílmica lo ha lanzado a la fama mundial. No deja de ser paradójico
que uno de los autores que mayor atención reciben hoy como parte
de la narrativa canadiense sea, precisamente, un canadiense que no lo
es del todo; aunque tampoco, está claro, se entenderían
cabalmente sus preocupaciones y ocupaciones narrativas si no lo fuera
del todo.
Aquí
llega el sol
Antonio Marimón.-¿Sabe
qué?, se hizo el silencio y entró el Analista, dijo Maldonado.
Sin que fuera actor, pero con el efecto análogo a la entrada
de un actor, el Analista tomó asiento en un sillón de
cuero con alto espaldar, enfrentado a otro asiento semejante, y los
dos
colocados en líneas diagonales ante un semicírculo de
sillas ocupadas. El escritor acentuaba en su pronunciación la
"a" de la primera sílaba de la palabra Analista. Esa
mayúscula tácita creaba un anillo de aire entre ella y
el resto de las letras, y señalaba algo: prominencia, dones prominentes
del Analista, llegado a la ciudad desde su residencia en el extranjero,
con fama de teórico del psicoanálisis, maestro de grupos
y miembro destacado de una escuela.
Diarios
Juan Antonio Masoliver Ródenas.-Cuando
el reverendo José Balmes de Calasanz que su memoria me
sirva de Guía y Consuelo falleció y ascendió
a los Cielos, el Señor le dijo que una vez en la Eternidad nada
podía serle ofrecido, puesto que si bien es cierto que fue y
dejó de ser y dejó de ser para ser, nunca hizo nada para
merecer los cielos porque jamás había sido ni nada había
hecho. El Reverendo José Balmes de Calasanz le recordó
al Señor los miles de conventos que había fundado, las
miles de almas que había salvado, las miles y miles de oraciones
que había rezado en su Santo Nombre, el rechazo de las tentaciones
y las
flagelaciones.
La
montaña dorada
Esther Seligson.-
Sir William
Cecil Dampier decía, en su Historia de la ciencia (1929),
que Mendeleiev consideraba su Tabla Periódica de los Elementos
como un instrumento meramente empírico, pero que las relaciones
que dicha tabla había logrado establecer entre los elementos
químicos "no pudieron por menos de traer de nuevo a un primer
plano la antigua idea de una base común para la materia".
Renacía así el sueño que obsesionó a los
filósofos griegos hace dos mil quinientos años.
El
desorden de dios
Ignacio Díaz de la Serna.-
El dolor es el éxtasis.
Comienzo con esta frase porque tengo derecho a pronunciarla.
Aquella
madrugada
Lelia Driben.- Durante
aquellos ocho meses, el hecho de que tardaran tanto en llegar fue, para
Liliana y Gustavo, inexplicable. A veces, en comentarios breves, algo
elusivos, se permitían ciertas conjeturas que nada aclaraban, y la espera
adquiría la forma de una zozobra en cuya mezcla de confusión y temor
alentaban la esperanza de que no ocurriera. Sin embargo, sabían que
la posibilidad opuesta a tal ilusión no era desdeñable.
Los
textos y los días
Aunque mi
pasión por los libros se ha hecho menos compulsiva en los últimos
años, aún hoy me es difícil imaginar un placer
más completo que la lectura. Los libros siempre han estado cerca
de mí como una promesa, como una puerta, como un cofre. He vivido
rodeado de libros toda la vida. Me es difícil imaginarme sin
ellos, y de plano desconfío de una casa en la que no
los haya. Mi padre fue bibliotecario (y además ávido lector),
mi madre es bibliotecaria (y no muy buena lectora), en mi casa siempre
ha habido libros y en la casa de mis padres, más que los propios
(que eran muchos), lo que se leía eran los libros prestados por
la biblioteca. Por todo esto sé que estuve ligado a los libros
desde mi primera infancia, aunque dudo que haya tenido una relación
muy estrecha con ellos antes de aprender a leer: durante muchos años
sólo fueron objetos raros que ocupaban un lugar en la sala y,
lo que era más molesto, la atención de mi padre.
El
lenguaje de la soledad
Carlos Liscano.- Me
propongo contar un viaje a los límites de la lengua, al territorio
donde uno no sabe si es humano o es animal, un viaje al momento en que
uno comienza a dudar
si no sería mejor ser animal que ser humano. Para hacerlo he
tomado una experiencia personal,
que es también la experiencia que en mi país vivieron
miles de ciudadanos en los años
setenta y ochenta.
El
furgón de los locos
Carlos Liscano
.- Estoy
en los calabozos de un cuartel del Ejército. Debajo de los calabozos
está la sala de tortura. Somos siete presos, y excepcionalmente nueve
o diez, cuando ponen a alguno de plantón en el corredor, que luego se
llevan, y volvemos a ser siete. Siempre hombres, nunca una mujer. En
otro sitio en este mismo cuartel hay un grupo de, se dice, unos sesenta
o setenta presos. Allí están mezclados hombres y mujeres. Sabemos que
también hay presos en todos los cuarteles del país, en Jefatura de Policía
de Montevideo y quizá hasta en
las comisarías. También sabemos que algunos han muerto en la tortura.
Es el 27 de mayo de 1972 y ya somos cientos. En los próximos años serán
decenas de miles de torturados. Los torturadores serán ¿cuántos?
El fantasma de Martín
Luis Guzmán
Jorge Aguilar Mora,- El águila y la serpiente (1928), La sombra del caudillo (1929), Memorias de Pancho
Villa (1938-40)(1) y Muertes
históricas (1954) son el centro de la obra intelectual y literaria
de Martín Luis Guzmán. En la Revolución, él encontró experiencias
que le dieron sentido a su pensamiento; y, en un proceso inverso,
sus ideas se pudieron reconocer en hechos y en personas cuya materia
estaba tejida con lo cotidiano y con lo histórico.
A
caballo en el Bravo
Claudio Lomnitz.- Hace
poco Ilán Semo sugirió que los intelectuales de nuestra
generación deberíamos escribir sobre nuestras complejas
relaciones con los Estados Unidos. ¿Cómo fue que pasamos
de considerar al país vecino como el principal enemigo, a la
situación actual en que la mitad de la izquierda mexicana transita
por universidades norteamericanas? Sin duda, la relación con
los Estados Unidos es un factor necesario para entender las fuerzas
históricas que nos han ido conformando como generación.
Algunos aspectos de la pregunta de Ilán
se aplican de modo inusual a mi caso, como verá el lector. Con
el presente texto pretendo participar modestamente en la reflexión
sobre este vasto tema propuesta por Fractal.
Historia
de una amistad
Carlos Pereda.- A
Carlos Pereyra quizá le hubiese irritado un título tan
personal y pomposo e incluso algo sentimental actitudes todas
que detestaba como "historia de una amistad". No obstante,
cuando pienso en él, mi memoria lo hace presente con alegría
y con tristeza, inevitablemente como eso: configurando la historia de
una amistad. O, con más precisión, y
teniendo en cuenta el devenir de sus luces y sus sombras de nuestros
muchos encuentros y desencuentros, Pereyra se me acerca como parte
de la historia de una amistad, a la vez, extraña y ejemplar.
¿Por qué afirmo tal cosa?
Yo
"no es" otro
Philppe Ollé-Laprune .- Usualmente
el artilugio literario consiste en desarrollar una historia de ficción
y en utilizar la fábula para nombrar el mundo. El autor crea
un universo de historias con límites definidos por reglas precisas
y códigos que el lector debe descifrar. En la literatura occidental
es así desde hace siglos. De esta manera la imaginación
es la fuente de una gran parte de la producción y el lector sabe
que recorre un territorio convencional y una mentira creativa donde
la fantasía es el decorado y la razón de ser.
Entre
dos mundos
Edward Said .- En el primer
libro que escribí, Joseph Conrad and the Fiction of Autobiography, publicado hace más de treinta años, y luego en el ensayo
titulado "Reflections on Exile" que apareció en 1984,
puse a Conrad como ejemplo de una persona cuya vida y obra parecían
encarnar el destino del trotamundos que llega a ser escritor consumado
en una
lengua adquirida, pero que nunca llega a desembarazarse del sentimiento
de ser ajeno a su nueva casa la adoptada, a la que, como
ocurre en el muy especial caso de Conrad, admira. Todos sus amigos concordaban
en que él se sentía muy a gusto con la idea de ser inglés,
aunque nunca haya perdido su fuerte acento polaco y su carácter
peculiarmente caprichoso, rasgo considerado muy poco británico.
Con todo, en el instante en que ingresamos a su literatura nos resulta
inconfundible su aire de desajuste, inestabilidad y extrañeza. |
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