El periódico Unomásuno de los años ochenta resulta central para el periodismo mexicano contemporáneo. Se trata de la historia de un grupo de periodistas que, apoyado por una sociedad harta de hegemonía del PRI, acompañó los movimientos guerrilleros de Centroamérica, denunció las dictaduras en América Latina y dió voz a la izquierda mexicana de su tiempo. Pero lo que realmente caracteriza la primera década de su historia es su espíritu de experimentación: fue laboratorio de nuevos géneros y posibilidades periodísticas. Ahí se incubaron la crónica urbana, el reportaje de gran formato, el periodismo cultural irreverente y el deportivo más allá del marcador. En su redacción echaron raíces un fotoperiodismo atrevido, la entrevista de semblanza y el nuevo periodismo. Encarnizados pleitos entre periodistas venidos de Excélsior y los que se fueron a La Jornada pusieron punto final a estas victorias, relatadas aquí de manera puntual.