Número 94

Pilares Abatidos

Juan Cristóbal Mac Lean E.

Ledi-Geraru, Etiopía

 

hace unos dos millones

ochocientos mil

años

por aquí, en Ledi-Geraru

el sol

daba vueltas alrededor de la tierra

los animales olfateaban estrellas y distancias

los árboles hablaban con los cielos

 

quedó la mandíbula

de alguien

fósil entre el polvo

y con cinco dientes

 

más allá a doce kilómetros

encontraron a Lucy, desnudada

por los milenios

y por el otro lado, bajo el cerro

otra mandíbula: la de un hipopótamo

contemporáneo de la danza de las bestias

 

más aquí metemos la lejanía

en el corazón

tocándonos las mismas costillas

con la misma respiración asombrada igual

ante este cielo

ante este desaparecer

 

Siete piezas desajustadas

 

1

 

el gato amarrado a la lumbre

en la mañana hiriente de promesas

cumple con las escaladas de lo inmóvil

sueña en pilares abatidos

 

2

 

Tenía unas pequeñas astillas y no sabía dónde llevarlas. Ignoraba si debía bajarlas del granero o más bien subirlas detrás del cerro. Y de pronto, porque era agosto, comenzó a ventear. Todo se puso más complejo, la verdad, pues ahora ¿a dónde llevaría al mes de agosto, dónde pondría el viento que sin querer ya llevaba entre las manos? ¿Y las pequeñas astillas?

 

3

 

una vez tuve un alambre

cuando aún no había aprendido nada

y era su herrumbre del color

de los amores muy huidos

se parecía a un nudo

al amanecer en el umbral

del garabato o

no era nada más

que otro alambre derramado

disparo tras disparo

 

4

 

Ni me quedo aquí ni voy allá.

Sin embargo hago mis maletas, con perseverancia.

Siempre amanezco en otra parte, en la que quiero quedarme para siempre.

Eso me suele pasar cuando muevo un lado del aquí hacia dentro de sí mismo. Es cosa de uno, a lo sumo dos centímetros y medio. El allá queda atrapado fuera de sí —por no más de dos milímetros. Entonces caigo en alguna parte, no sabría decir cuál es ¡aunque me es todo tan familiar!

No reconozco nada, sin embargo. ¿Habré ido de veras a alguna otra parte? De ninguna manera. Si ya lo dejé bien claro: ni me quedo aquí ni voy allá.

 

5

 

se acecha a un garabato como a un tigre

que fuera pasando cerca de uno

 

de pronto la mordida irremediable

traza su alfabeto propio de dolor

 

y en la llanura imperturbable

queda uno acechando el cielo

la palabra de dios

el garabato

el tigre

 

6

 

Siempre estoy a punto de ser una hormiga.

Me desprendo aquí y allá de cualquier eventual caparazón, pues me rebelo, de hecho, ante la sola posibilidad de llegar a ser más bien una tortuga.

Cuando me pisan, ya siendo una hormiga, simplemente me muero, sin problemas. Como cualquier hormiga, hacendosa y resignada a ser pisada. Pero igual más tarde me levanto, me des-aplasto y llevo una hoja verde entre mis mandíbulas enormes.

Busco luego un punto, sin vacilar. Mis patas se comunican con los astros que rigen un socavón infinito. Y tan secretos son ellos, que prefiero morir antes que revelarlos.

Y volver a resucitar.

 

7

 

caigo

y habito

Clase de caligrafía

 

La clase tiene lugar

una tarde de verano. No es la única.

El niño ya ha hecho páginas de palotes

páginas de redondos inclinados

entre las líneas horizontales

del cuaderno con hojas de papel sábana

la tarde está afuera el niño

está obligado

a la h, a la m, a la p o a la o

línea tras línea mientras

la señorita de lentes que viene

mira por la ventana. Imagina el mar.

 

Cuaderno tras cuaderno

hay que evitar las tachaduras

los tachones las manchas

de la realidad llena de pájaros

escribir clara, legiblemente, escribir

en caligrafía Palmer el método universal

de la buena letra escribir trazar

signos en acción.

 

Afuera rueda la pelota. Los gritos

del barrio cruzan los follajes. La eme

de mamá empieza

con un tirabuzón. La elle

de lluvia se detiene

en los cristales. La señorita se va.

 

El cuaderno queda abierto.

Sobre el autor
Juan Cristóbal Mac Lean E. nació en Cochabamba, Bolivia, en 1958. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Paran los clamores (1997), Por el ojo de una espina (2005) y Tras el cristal (2012) y Cerro (2018), que se alternan con los de prosas/ensayos: Transectos (2000), Fe de errancias (2009) , Cuaderno (2014) y La mano que mira (2018).