Número 91

¿Agrandar o destruir las jaulas?

El movimiento en defensa de los animales no-humanos

Azucena S. Granados Moctezuma

Instituto Mora

La defensa organizada de los animales se hizo visible en Inglaterra durante el siglo XIX y se formalizó con la fundación de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales en 1824, y casi cincuenta años después en Estados Unidos con la Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad contra los Animales. En medio siglo se crearon casi 150 asociaciones de protección de los animales en varios países de Europa. El auge de agrupaciones defensoras de los animales continuó a principios del siglo XX, oponiéndose al uso de animales vivos para experimentos científicos.1

El activismo en favor de los animales y el interés público por el tema crecieron considerablemente, sobre todo en países de habla inglesa, durante el último cuarto del siglo XX, a raíz del libro Liberación animal, escrito por Peter Singer. En la presentación de la segunda edición española, Paula Casal destaca la importancia de este libro en la movilización a favor de los animales casi inmediatamente después de su publicación.

Partiendo del principio de la consideración moral de los animales, Singer marcó un punto de inflexión en la teoría y la práctica de lo que se ha llamado el movimiento de liberación animal. Se le reconoce no sólo por su contribución filosófica, sino también por su implicación y participación en el activismo en favor de los animales. Así, el debate teórico en la ética abrió la puerta a una renovada lucha social por la consideración de los animales. 2

Los postulados de Singer definieron nuevos elementos clave del movimiento, que se ha transformado a lo largo de los años. Al principio, el objetivo era eliminar el maltrato y mejorar las condiciones generales de los animales; hoy, la tendencia dominante es reclamar la eliminación de su explotación.

Gary Francione distingue varias temporalidades de la defensa de los animales: el bienestarismo clásico, que dominó a finales del siglo XIX; el neobienestarismo, que surgió a partir de la década de 1970; y el abolicionismo, que cobró fuerza a finales del siglo XX. El punto de partida fueron las asociaciones humanitarias y las organizaciones benéficas que contaba con grandes flujos de financiación, pero ambas eran «altamente conservadoras en el sentido de que abogaban por la reforma de la explotación animal institucionalizada, no por la abolición». En otras palabras, las demandas han tendido a endurecerse. 3

Lo que llama la atención es que en la sociedad contemporánea se haya reavivado el debate sobre la relación que el ser humano ha establecido con los animales. El debate ha tenido lugar tanto en el ámbito teórico, especialmente en la filosofía y el derecho, como en el práctico, a través de la acción colectiva. Aunque en México el tema no ha tenido el mismo impacto que en otros países, diversos sectores sociales han hecho un trabajo persistente para cuestionar las prácticas habituales de explotación animal.

Así, el objetivo de las siguientes líneas es mostrar cómo los debates dominantes en torno a la defensa de los animales se reflejan en la organización del movimiento en México. Es decir, cómo discusiones teóricas aparentemente abstractas han tenido un impacto en la formación del movimiento sobre todo en la Ciudad de México.

Sin embargo, primero es necesario hacer dos aclaraciones. La primera es que la denominación «movimiento en defensa de los animales no-humanos» sirve para enunciar las premisas con las que operan los y las activistas del movimiento, ya que expresa la intención de romper los parámetros antropocéntricos desde los que se ha planteado históricamente la relación entre los humanos y otros animales. Al referirnos a la lucha como aquella por los animales no-humanos, reconocemos que los humanos también son animales, que compartimos con ellos el mismo origen, las mismas necesidades y las mismas capacidades básicas.

La segunda concierne a cómo llamar al movimiento social, ya que hay diferencias sustanciales entre los nombres que se han atribuido a este campo de conflicto: en defensa de los derechos de los animales, por la liberación animal, animalista y antiespecista… Cada una de ellas asigna una particularidad a las tácticas, los ideales y los objetivos, pero para los fines de este ensayo he minimizado las diferencias entre las distintas corrientes presentes en la Ciudad de México para englobar deliberadamente las demandas con un mismo propósito: redefinir la relación entre el animal humano y el animal no-humano. Así, la etiqueta que utilizo es un intento de integrar críticamente las diferentes visiones de la lucha por la consideración de los animales no-humanos.

1. La ética en la relación del animal humano con el animal no-humano

Al hacer un repaso general de los autores que más han influido en el cuestionamiento de la relación entre los animales humanos y los animales no-humanos, se observa que la cuestión se ha abordado principalmente desde la de la ética, campo de la filosofía que estudia la dimensión moral del comportamiento humano. En esta sección, presento los conceptos generales que sirven de marco a los activistas defensores de animales a nivel internacional y que también han dado forma al movimiento en México. Me refiero concretamente a Peter Singer y Tom Regan.

Singer es el filósofo australiano más influyente en el tema de la consideración moral de los animales. Su libro Liberación animal se describe como «la biblia del movimiento de liberación animal». 4 Retoma los argumentos de la ética utilitarista, según la cual una acción es moralmente correcta si busca el mayor bien posible para el mayor número de individuos. Su enfoque es sensocéntrico, ya que se centra en los animales que tienen un sistema nervioso central que les da la capacidad de sentir dolor y placer.

La principal influencia de Singer es Jeremy Bentham, al que retoma para subrayar que la capacidad de sufrir o disfrutar da derecho a otros seres «sintientes» (sensibles) a una igualdad de trato. La igualdad es una norma moral, no un hecho real. Hay diferencias evidentes entre los seres humanos, pero la igualdad de trato es independiente de factores como el sexo, la raza, la inteligencia, la fuerza física, la nacionalidad, las habilidades matemáticas o de lenguaje.

Así, el principio de igualdad, o de igual consideración de intereses, no depende de la posesión de características o capacidades particulares, sino del reconocimiento de los intereses de los demás, que son capaces de sentir dolor o placer.

Si un ser sufre, no puede haber justificación moral alguna para negarse a tomar en cuenta este sufrimiento el principio de igualdad exige que su sufrimiento cuente tanto como el mismo sufrimiento de cualquier otro ser . El único límite defendible a la hora de preocuparnos por los intereses de los demás es el de la sensibilidad (capacidad de sufrir y/o disfrutar). Establecer el límite por alguna otra característica como la inteligencia o el raciocinio sería arbitrario. 5

Cuando se hace una distinción entre la capacidad de los animales para sufrir o disfrutar con el fin de supeditarlos a nuestro beneficio, se produce una exclusión basada en la especie llamada especismo. 6 En términos de aplicabilidad, es análogo al sexismo o al racismo, es decir, al trato negativo y diferenciado por el color de la piel o el sexo; en el caso de los animales, es una discriminación basada en su condición de no-humanos. Así pues, en aras de extender el bienestar universal, hay que evitar el sufrimiento, se trate o no de animales.

En su libro, Singer también denuncia la utilización de animales en beneficio de los seres humanos, principalmente para la producción de alimentos en granjas industriales y con fines experimentales en la ciencia. Con la ayuda de fotografías y una descripción detallada de los procesos que conlleva la utilización de animales, muestra una serie de prácticas que implican lo que considera una tortura innecesaria. Así, el enfoque de los activistas y las agencias, tradicionalmente centrado en los animales de compañía, se ha ampliado para incluir otros animales que no son tradicionalmente de interés humano.

Singer evita el debate sobre la atribución de derechos a los animales que sería relevante años después. Su argumento central se construye sobre la premisa de ampliar la valoración moral a los seres que poseen intereses derivados de su capacidad de experimentar placer o sufrimiento, independientemente de su capacidad de raciocinio o lenguaje. En otras palabras, para él, lo relevante es considerar el bienestar de los animales como un deber moral.

Tom Regan es un filósofo estadounidense cuya principal obra es En defensa de los derechos de los animales, de la que se deriva el concepto de derechos animales. El autor parte de la idea de que los animales humanos y no-humanos tienen derechos morales básicos, iguales para todos, el más fundamental de los cuales es el derecho a ser tratado con respeto. Los animales también tienen intereses, pero sobre todo tienen vida mental, es decir, tienen memoria, son conscientes del mundo y de su entorno.

Así, tanto los humanos como los animales tienen un valor inherente como «sujetos de una vida» con derechos morales básicos, independientemente de sus capacidades o utilidad. Este valor inherente es la base de la concepción de que los animales tienen derechos. Los animales tienen múltiples intereses cognitivos, lo que implica que no deben ser utilizados como medios para un fin, por lo que se opone a la explotación institucionalizada de los animales, por ejemplo, la ganadería, la vivisección, la industria de la moda y el entretenimiento. Estas industrias dan prioridad al beneficio humano mientras violan los intereses y los derechos morales básicos de los animales.

Respetar estos derechos no sólo significa reducir la cantidad de carne que comemos . Significa acabar con la agricultura comercial de animales, ya sea intensiva o al aire libre. No respetamos los derechos de las vacas y los cerdos, los pollos y los gansos, los atunes y las truchas, si acabamos con sus vidas prematuramente, aunque utilicemos métodos humanitarios. Estos animales tienen tanto derecho a la vida como nosotros. 7

Regan distingue entre agentes morales y pacientes morales. Los primeros tienen derechos y obligaciones, los segundos sólo derechos. Los agentes morales tienen obligaciones con los agentes morales y los pacientes morales. Estos últimos no tienen obligaciones, como los bebés y los animales. También distingue entre derechos morales y derechos legales. Aunque no exista ninguna institución que avale los derechos legales, existen los derechos morales, que exigen que los animales sean tratados como fines en sí mismos. Por lo tanto, para él, distinguir entre animales humanos y no-humanos sería un sesgo especista.

En definitiva, Singer ofreció una propuesta basada en la ética utilitarista para ampliar la concepción del bienestar animal. Asimismo, señaló que los individuos tienen el mismo valor inherente atribuible tanto a los pacientes morales como a los agentes morales, por lo que los pacientes morales deben ser tratados con respeto como sujetos de derechos morales.

2. De los postulados a la práctica

En esta sección, primero discuto el cambio de hábitos individuales y su vínculo con las reflexiones filosóficas sobre la condición de los animales; en segundo lugar, destaco algunos de los argumentos críticos de Gary Francione y Steven Best a la defensa de los animales respecto a la centralidad del veganismo como estrategia; y en tercer lugar, discuto las diferencias en las tácticas de acción, que están fuertemente vinculadas a los enfoques teóricos.

Las reflexiones de ambos filósofos conducen a caminos diferentes. Singer es partidario de la consideración moral de los animales; Regan añade la necesidad del reconocimiento de los derechos. Sin embargo, a pesar de las diferencias teóricas, ambos coinciden en que el cambio de hábitos es una solución práctica para el bien de los animales.

El vegetarianismo, entendido como una dieta que evita el consumo de carne, es considerado por Singer como una forma de boicot que fortalece el movimiento de liberación animal. La estrategia que propone es sustituir la carne por plantas, reducir o evitar el consumo de huevos y productos lácteos, y así dar un golpe al especismo mediante un cambio radical de hábitos. Considera que es una obligación para quienes se asocian a la lucha por los animales, porque el proceso de producción industrializada siempre implica su sufrimiento

Por otro lado, Regan sienta las bases para defender el vegetarianismo estricto, también conocido como veganismo, 8 que consiste en no consumir ningún producto directo o indirecto de un animal. El vegetarianismo y el veganismo son asumidos por sus defensores como una posibilidad de intervenir en la realidad de los animales, asumiéndolo como un estilo de vida y una posición ética, y no sólo como un régimen alimenticio.

El debate ético se traduce en la práctica. Por un lado, si se adopta la perspectiva del nuevo bienestarismo, representada por los postulados de Singer, se puede justificar el uso de animales para ciertos fines humanos. Por otro lado, si uno se adhiere a la propuesta de derechos animales, tal y como la defiende Regan, entonces se rechaza la idea de que son propiedad y, por tanto, no deben ser utilizados para fines humanos.

Gary Francione añade una diferencia de estrategia a las perspectivas anteriores, por lo menos en el caso de Estados Unidos. El nuevo bienestarismo tiende a apoyar reformas que, en su opinión, no cambian el estatus de propiedad de los animales, sino que pueden perpetuarlo bajo el argumento de que el cambio será gradual. Para este autor, seguir una estrategia de promover primero el bienestar para lograr la abolición es de hecho un nuevo bienestarismo. En el discurso, uno puede abogar por la liberación, pero en la práctica, está perpetuando el bienestar. 9

Al estudiar el movimiento por los derechos animales en Estados Unidos desde la década de 1970 hasta principios del siglo XXI, Francione demuestra que las leyes y reformas sobre el bienestar animal no han cambiado la situación de los animales. Por ello, propone el veganismo ético como una solución al problema de la explotación animal: es la manera más eficaz y directa de incidir.

Steven Best, un filósofo estadounidense, ha criticado el enfoque de Francione. En su «Manifesto for Radical Abolitionism», cuestiona la falta de visión política de la propuesta del movimiento vegano abolicionista, ya que simplifica el problema al asumir que esa postura ética es la clave del cambio social. Para Best, la propuesta de Francione sólo refuerza el estereotipo del activista defensor de los animales como figura elitista, clasista y racista, que se aísla en el veganismo y separa la lucha por los derechos animales de otros movimientos sociales. 10

El enfoque de los Estudios Críticos Animalistas que propone Best es anticapitalista y se opone a la lógica individualista (implícita en Francione) de que el fin del especismo será una consecuencia lógica del poder del consumidor. Propone estrategias que van desde la educación hasta la resistencia pacífica y el sabotaje, es decir, medios legales e ilegales. Además, es imprescindible el cruce con otras luchas, porque no hay liberación animal sin liberación humana, por lo que es necesario crear puentes y concordancias entre las luchas contra el capitalismo.

Teniendo en cuenta lo anterior, el movimiento internacional de liberación animal puede clasificarse según sus objetivos en bienestarismo, neobienestarismo, abolicionismo y estudios críticos animalistas. Sin embargo, esos cuatro enfoques pueden simplificarse en dos estrategias de acción: bienestaristas y abolicionistas. 11 El dilema es el mismo que para otros movimientos sociales: reformar o subvertir los códigos dominantes.

Por un lado, los términos «bienestaristas», «en defensa de los derechos animales» o «protección animal» se derivan del concepto de bienestar animal, que no se refiere a una atribución determinada, sino al estado de tranquilidad del animal visible en su comportamiento. En otras palabras, se trata de generar un medio útil para planificar y transformar las condiciones favorables para los animales, incluida su muerte, eliminando la crueldad innecesaria (algunos llaman a esto «trato humanitario»). No obstante, se mantiene una perspectiva antropocéntrica en la relación entre los animales y los humanos, dando prioridad a las acciones institucionalizadas para la resolución de sus demandas. 12

Por otro lado, los abolicionistas pretenden eliminar todas las prácticas humanas que impliquen la explotación animal. Desde esta perspectiva, se sostiene que los animales son esclavos de la humanidad, al servicio de sus fines, tratándolos como una propiedad o mercancías. El objetivo es, pues, cambiar esta situación, crear un entorno en el que cohabiten animales y humanos para eliminar definitivamente la relación de dominación imperante. 13

La diferencia entre ambas corrientes puede simplificarse: mientras los bienestaristas exigen jaulas más grandes, los abolicionistas reivindican la destrucción de todas las jaulas. En cuanto a las tácticas para lograr sus objetivos, por un lado, los bienestaristas nunca abogarán por el sabotaje o el ataque a la propiedad privada y, por otro lado, los abolicionistas optarán por no promover reformas institucionales. Los bienestaristas utilizan diversos medios, principalmente legales, y los abolicionistas recurren a repertorios pacíficos, pero también incluyen la acción directa. 14

La acción directa en el movimiento en defensa de los animales se vincula al Frente de Liberación Animal (ALF por sus siglas en inglés) y al Frente de Liberación de la Tierra (ELF), estos últimos considerados como grupos ecoterroristas en Estados Unidos por las pérdidas millonarias que han causado con sus ataques. 15 Ambos grupos actúan de la misma manera: operan en diferentes países sin conocerse ni acordar acciones conjuntas; sólo reivindican su acción con las siglas de la organización y la difunden a través de la oficina de prensa.

En lo que sí están de acuerdo bienestaristas y abolicionistas es en todas las prácticas humanas que debe ser cambiadas o eliminadas. En términos de entretenimiento: circos, delfinarios, zoológicos, acuarios, caza o pesca deportiva, fiestas regionales, carrera de caballos y galgos. En la educación e industria militar, la industria cosmética y del tabaco, la vivisección, es decir, en la experimentación con animales vivos. En la moda: el uso de pieles, lana, seda, cuero y plumas. En la industria alimenticia: su uso directo (cría y sacrificio de animales para el consumo de carne) y de derivados (cría de animales para la producción de lácteos y huevos). En los espectáculos tradicionales: la tauromaquia, los rodeos, las peleas de perros y las peleas de gallos. En los animales de compañía, la cría para la venta y la mutilación por motivos estéticos. 16

De hecho, la desnormalización de esas actividades que utilizan animales no-humanos es la reivindicación mundial del movimiento. Los cambios pueden consistir en la regulación, la mejora de sus condiciones de vida o la eliminación total del uso de animales para el consumo humano. Las diferencias en las estrategias para resolver cada una de estas demandas reflejan las corrientes prácticas dentro del movimiento mundial. Y las expresiones del movimiento internacional pueden observarse en la defensa de los animales no-humanos en la Ciudad de México, como desarrollo en la siguiente sección.

3. El movimiento en defensa de los animales no-humanos en la Ciudad de México

Treinta años después de la publicación de su libro, Peter Singer hizo un balance positivo del movimiento en defensa de los animales no-humanos en Estados Unidos y Europa. Alabó la reducción del 50 % en el uso de animales para experimentación, el desuso de la piel para la industria de la moda, la visibilización de las grandes corporaciones que transgreden las leyes de protección animal y los avances legales para mejorar las condiciones de los animales criados para la alimentación. También observó el aumento de la literatura sobre el estatus moral de los animales, antes de 1970 había 94 obras y 18 años después contó 240 más. 17

En México, la visibilidad pública del movimiento es reciente, aunque las asociaciones de protección de los animales trabajan en el país desde 1950 y se centran en los animales de compañía. De hecho, la primera asociación protectora de animales en México fue fundada en el siglo XIX por veterinarios, que además editaban la Gaceta Agrícola Veterinaria de la Sociedad Ignacio Alvarado, utilizada como medio para concienciar a la sociedad de los deberes del hombre hacia los animales. 18

Los grupos defensores de los animales comenzaron a formalizarse en la segunda mitad del siglo XX. La Asociación Humanitaria Mexicana fue la primera organización de este tipo en la ciudad. Es esencialmente un refugio para perros y gatos fundado en 1949. Al mismo tiempo, la Liga Defensora de Animales A. C. comenzó su labor. Otras asociaciones con objetivos similares comenzaron a multiplicarse dentro y fuera de la ciudad con la particularidad de que ampliaron sus funciones desde la recepción de denuncias de crueldad, rescates de emergencia, campañas de esterilización, promoción de la adopción, hasta el asesoramiento jurídico o veterinario, así como servicios funerarios y de eutanasia. 19

Todas esas asociaciones forman parte de una primera etapa de protección de los animales, lo que Francione llama bienestarismo y que activistas nacionales llaman mascotistas, para denostarlos. Aunque se centraron en una sola población de animales, los perros y los gatos, también trataron de intervenir en la agenda pública para que se considerara como un problema que requería la intervención del gobierno (más allá de los centros antirrábicos). La labor que realizaron con el poder legislativo fue activa y eficaz, sobre todo en la elaboración de la primera Ley de Protección a los Animales en el Distrito Federal, que data de 1981.

Estos grupos son importantes como precedentes de la defensa de los animales, pero también porque algunos activistas fueron sus colaboradores. Además, esa experiencia les permitió implicarse en el tema y aprender de los errores y aciertos del camino ya trazado. Posteriormente, esos activistas fundaron asociaciones civiles con objetivos más amplios, como la difusión, promoción y aplicación de la legislación sobre el maltrato animal en general, y no sólo centrada en los animales de compañía. En otras palabras, podemos enmarcarlas en el neobienestarismo. 20

En la actualidad, ambos grupos son desacreditados por activistas socializados en la abolición que consideran que tienen una posición incoherente, ya que centran sus preocupaciones en los animales de compañía y no se pronuncian pública y abiertamente contra la explotación animal. Sin embargo, hay que reconocer que tanto los que se han centrado exclusivamente en los animales de compañía como las asociaciones civiles han impulsado el debate público sobre la cuestión de los animales.

El movimiento tuvo sus propias raíces a través de estas asociaciones, pero había otras formas en las que estaba presente en México. Una de ellas fue a través de organizaciones que se dedicaban a la labor educativa. El trabajo de la Asociación de la Lucha para evitar la Crueldad con los Animales (ALECCA A. C.) es especialmente interesante. Esta asociación fue fundada por Peggy Porteau quien «había establecido una estrecha relación con la World Society for the Protection of Animals (WSPA), que le facilitaba material impreso el cual traducía para repartirlo en México y los países de América Central»21 a través de un boletín llamado La voz de los animales.

Porteau era una mujer de bajo perfil, y su trabajo servía de enlace entre la preocupación de los activistas nacionales por el bienestar animal y las concepciones antiespecistas formuladas en Estados Unidos y Europa. De hecho, compró los derechos del libro Liberación animal y publicó la primera edición en español en 1985, encargándose también de la distribución, que fue prácticamente de mano en mano.

Las otras formas en las que la lucha por los animales no-humanos echó raíces en México son el resultado del proceso de globalización. Por un lado, la difusión a nivel mundial de campañas internacionales contra el maltrato animal, como la campaña liderada por PETA desde 2009 contra la matanza de crías de foca en Canadá, o la campaña de Greenpeace, iniciada en 2005, contra la caza comercial de ballenas en Japón. Estas grandes acciones, con amplia cobertura mediática, difundieron los parámetros de lo políticamente correcto en materia de maltrato animal.

Por otro lado, hay casos de estudiantes que han viajado a Estados Unidos o Europa y durante su estancia han conocido la literatura del movimiento o incluso las grandes organizaciones internacionales de defensa de los animales. A su regreso a casa, pudieron aprovechar las redes internacionales para promover sus propios proyectos apoyados por la agenda internacional de la defensa animal y con la experiencia de las formas más eficaces de promover sus demandas y principios.

Por último, hay una generación de activistas que ha descubierto el tema animalista a través de los medios digitales (documentales, videos, libros, folletos, páginas web de asociaciones, música, campañas, redes sociales). Para las y los activistas más jóvenes, que están cerca de las fuentes de información en Internet, ha sido mucho más fácil aprender y debatir sobre el tema. El acceso a la información en los últimos veinte años es más fácil, sobre todo si se dispone de recursos económicos y culturales. Ésta es una de las mayores diferencias entre las generaciones de activistas.

Las formas de abordar el movimiento de liberación animal que resultan de la intensificación del intercambio de información a través de los canales digitales han dinamizado la acción de grupos, asociaciones, colectivos e individuos en la lógica abolicionista. Esto se debe a que, como he mencionado, la perspectiva mundial del siglo XX se orientó hacía la demanda de eliminar toda forma de dominación sobre los animales. De hecho, esto explicaría por qué los activistas y simpatizantes de los derechos animales de las generaciones Y o Z están abrazando el veganismo en primera instancia, mientras que las generaciones anteriores empezaron con el vegetarianismo y pasaron al veganismo, como parte de un proceso gradual de años de lucha que implicaba asumir un mayor compromiso con el movimiento.

En cuanto a las acciones concretas, tanto bienestaristas como abolicionistas, que muestran la visibilidad del movimiento en los últimos años en México, cabe mencionar que el número de marchas, mítines, concentraciones y bloqueos con demandas animalistas ha sido constante: entre 2011 y 2015, las protestas pasaron de 10 a más de 60 en la Ciudad de México. 22 Aunque las cifras parecen poco significativas, lo cierto es que existe un impacto mediático debido a la particularidad de sus campañas, cuyo objetivo es una alteración creativa del orden.

Los performances emulan regularmente la situación de los animales para destacar las similitudes con la humanidad en su capacidad de sentir. Los activistas se han hecho pasar por animales de circo enjaulados para protestar contra los circos; una mujer simuló ser una res para denunciar la explotación de los animales para los productos lácteos (en el marco del Día de la Madre); o han representado un trozo de animal en una bandeja de plástico llena de sangre para concienciar sobre el significado de comer carne.

Hay algunos performances internacionales como «Ponte en la piel de toro», que promueve la prohibición de los espectáculos taurinos. En México se lleva a cabo desde 2009, siempre en una fecha próxima al aniversario de la Plaza de Toros. El acto consiste en organizar una manifestación en lugares simbólicos de las ciudades; se convoca a los simpatizantes en las redes sociales para que se inscriban y participen; semidesnudos, se tumban en el suelo simulando ser toros muertos, con banderillas atadas a la espalda y tinta roja que aparenta ser sangre.

Otros actos performativos han uso del impacto dramático. Por ejemplo, 269Life es una organización internacional que comenzó en Israel en 2012 tras la liberación de un ternero con el número de identificación 269. Las y los activistas de este grupo realizan el mismo acto en todos los países, tatuándose o marcándose con hierro caliente ese número en un acto público, emulando la vida de los animales de granja que se utilizan para el consumo humano. El performance de 269Life en México tuvo lugar en el Tianguis Cultural del Chopo en octubre de 2013.

En México, también el Frente de Liberación Animal lleva a cabo acciones directas desde 2007. Las acciones consisten en incendios provocados, liberación de animales, sabotaje o vandalismo, siempre actuando bajo la premisa de que no haya víctimas sino sólo daños materiales. 23

Además de las acciones de protesta, cabe destacar la discusión de temas relacionados con la situación de los animales no-humanos en cada una de las últimas tres legislaturas de la Asamblea Legislativa de la capital del país. En la V Legislatura (2009-2012), el tema fue los espectáculos taurinos y el Reglamento de la Ley de Protección a los Animales. En la VI Legislatura (2012-2015), el debate giró en torno a la prohibición de los circos que incluían animales en sus espectáculos. Por último, en la VII Legislatura (2015-2018), la polémica giró en torno a los zoológicos, ya que se evidenció la mala gestión, el incumplimiento de los protocolos y las malas condiciones, tras la muerte de un gorila (Bantú) por la negligencia del personal médico veterinario.

Cabe destacar la incorporación de medidas de protección animal en la Constitución de la Ciudad de México, pero sobre todo el reconocimiento de los animales como seres sintientes. En todas estas actividades legislativas participaron, en mayor o menor medida, las organizaciones de defensa de los animales. Se puede criticar que estos avances se inscriban bajo la lógica del neobienestarismo, pero son medidas importantes en un contexto nacional marcado por realidades tan adversas.

4. Colofón

El proyecto de las y los defensores de los animales no-humanos se basa en el principio de la universalidad de la norma moral de igualdad, que se aplica a todos los seres capaces de sentir dolor y placer. Las demandas a través de las cuales se realiza este proyecto son las mismas en la mayoría de los países donde se ha desarrollado el movimiento. Básicamente, se propone cambiar la relación de dominación de los humanos hacia los animales en beneficio de los animales no-humanos.

El movimiento tiene un impacto parcial dependiendo del contexto. En México, las organizaciones a favor de los animales trabajan desde la segunda mitad del siglo XX. Esto no significa que los grupos y las demandas permanezcan inalterados; al contrario, han cambiado y crecido.

El proyecto animalista en la Ciudad de México se ha construido a lo largo de cincuenta años. Se ha visto fuertemente influenciado por las propuestas filosóficas de la ética y el derecho animal de origen anglosajón que han llegado por diversos medios: ciudadanos extranjeros que viven en México, ciudadanos mexicanos que regresan a México socializados con el tema mientras están en el extranjero y la facilidad de acceso a los medios digitales.

La lucha por la defensa de los animales no-humanos en México es, sobre todo, un movimiento en construcción. Los retos a los que se enfrenta son que sus demandas son de naturaleza moral. Es decir, buscan cambiar las normas sociales que se han transmitido de generación en generación, y para ello se requiere la reflexividad del animal humano. Además, los afectados no son quienes protestan por insatisfacción con su condición, y quienes protestan no son los beneficiarios directos de los derechos por los que luchan.

¿Puede tener éxito una demanda puramente moral de este tipo? . La liberación animal requerirá un mayor altruismo por parte de la humanidad que cualquier otro movimiento de liberación, ya que los animales son incapaces de exigirla por sí mismos, o de protestar contra su explotación mediante votos, manifestaciones o bombas. ¿Es el ser humano capaz de ese altruismo genuino?24

En el movimiento en defensa de los animales no-humanos, existe una tensión latente entre el deber ser con lo que es y las posibilidades de lo que puede ser. En otras palabras, ¿luchar por el bienestar inmediato de los animales o por la liberación total a largo plazo? ¿Agrandar o destruir las jaulas?

Bibliografía

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Notas

1 Cf . Deborah Rudacille, «Activism for Animals».

2 James Jasper y Dorothy Nelkin, The Animal Rights Crusade, p. 90.

3 Gary L. Francione, Rain Without Thunder, p. 18.

4 Peter Singer, Liberación animal, p. 27.

5 Ibid., p. 44.

6 El concepto fue aplicado por primera vez por el psicólogo Richard D. Ryder. Singer lo retoma y señala «el racista viola el principio de igualdad al dar mayor peso a los intereses de los miembros de su propia raza cuando hay un enfrentamiento entre sus intereses y los de otra raza. El sexista viola el mismo principio al favorecer los intereses de su propio sexo. De modo similar, el especista permite que los intereses de su propia especie predominen sobre los mayores intereses esenciales de los miembros de otras especies. El modelo es idéntico en cada caso». Ibid., p. 45.

7 Tom Regan, The Case for Animal Rights, p. 122.

8 Los veganos no consumen carne, productos lácteos o sus derivados, huevos, miel o grenetina; rechazan el uso de ropa o calzado de cuero y productos experimentados en animales (cosméticos, productos de higiene personal).

9 Existe una distinción entre el bienestarismo clásico y el nuevo. Los bienestaristas clásicos «ven a los animales como un medio para fines humanos y sin ningún derecho que les proteja por completo de formas particulares de explotación». El nuevo bienestarismo «añade el reconocimiento de un estatus moral a los animales, pero considera que el medio para conseguir la meta a largo plazo de reconocimiento de los derechos animales es la reforma bienestarista». Cf. G. L. Francione, op. cit., pp. 12-30.

10 Steven Best, «Manifesto for Radical Abolitionism».

11 Cf . Estela Díaz Carmona, «Perfil del vegano/a activista de liberación animal en España».

12 Cf. Agustín Blasco, Ética y bienestar animal.

13 El nombre «abolicionista» está cargado de simbolismo, ya que fue el nombre del movimiento de liberación de los esclavos que se inició en Francia e Inglaterra, pero fue en Estados Unidos, a principios del siglo XIX, donde adquirió mayor relevancia al ser una de las causas de la Guerra de Secesión.

14 La acción directa se refiere a una estrategia de lucha penada por el orden legal, como bloqueos, acampadas, ocupaciones, vigilias, violencia contra gente o propiedad. La acción violenta «puede no ejercer la violencia física hacia los cuerpos y las cosas de los otros —huelga de hambre o inmolación por ejemplo— o por el contrario estar basada en su ejercicio —atentados por ejemplo—, pero necesariamente siempre violenta la relación atravesada por el conflicto y la normatividad dominante». Cf. Julián Rebón y Verónica Pérez, «Acción directa y procesos emancipatorios», p. 11.

15 Cf . Kevin Tolois, «Los ecoterroristas».

16 Cf . A. Blasco, op. cit.

17 P. Singer, «Animal Liberation at 30», p. 24.

18 Eduardo Téllez Reyes Retana, «Protección de los animales en México durante el siglo XIX», p. 21

19 Algunas de ellas son la Asociación Activa para la Supresión de la Crueldad hacia los Animales A.C., fundada en la década de 1980 y dirigida por Ema Saldaña. También es conocida por su labor para la prohibición de los espectáculos taurinos. El Refugio Franciscano A. C. fundado en 1977 por Ita Osorno. Junto con el altruista Antonio Haghenbeck, que donó el terreno para la asociación, establecieron un lugar para la protección de los animales de compañía abandonados en las calles.

20 Ejemplos de estas asociaciones son Gente en Defensa por los Animales (GEPDA) o Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales (AMEDEA).

21 Aline S. de Aluja, «Algunos datos referentes a la protección y el bienestar animal en México», p. 18.

22 La información se obtuvo a través de una solicitud de información a la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, bajo el folio 0109000113616, el 1 de abril de 2016 y se puede acceder a ella en la plataforma del INFODF (http://www.infodf.org.mx/).

23 El conteo de las acciones se pueden seguir través la página web de Bite Back (http://www.directaction.info/) que se dedica al registro oficial de las operaciones atribuidas al Frente de Liberación Animal.

24 P. Singer, op. cit., p. 26.

Sobre la autora
Socióloga y latinoamericanista, analista de etnografía de las manifestaciones y eventos políticos. Maestra en Sociología política por el Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, donde actualmente estudia el Doctorado. Miembro fundadora de la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales. Ha publicado textos como «Movimientos voto x voto: una cronología» (2006) y «Luchar por los que no tienen voz. Activistas del movimiento por la defensa de los animales en Ciudad de México» (2020).
Correo electrónico: azugramo@gmail.com
Resumen
Lo que llama la atención en la sociedad contemporánea es que se haya reavivado el debate sobre la relación que el ser humano ha establecido con los animales. La controversia ha tenido lugar tanto en el ámbito teórico, especialmente en la filosofía y el derecho, como en el práctico, a través de la acción colectiva. Aunque en México el tema no ha tenido el mismo impacto que en otros países, diversos sectores sociales han hecho un trabajo persistente para cuestionar las prácticas habituales de explotación animal. Así, el propósito de las siguientes páginas es mostrar cómo las discusiones dominantes en torno a la defensa de los animales se reflejan en la organización del movimiento en México. Es decir, cómo reflexiones teóricas aparentemente abstractas han tenido un impacto en la formación del movimiento sobre todo en la Ciudad de México.