Número 90
«Falsos positivos»
Ensamblando los cuerpos que van a morir
Manuel Fernando Vallecilla Franco
Universidad Iberoamericana
Departamento de Historia
Universidad Iberoamericana
Departamento de Historia
En 2008, las ejecuciones de civiles en Colombia cometidas por militares desde 2002 se dieron a conocer a nivel nacional comofalsos positivos.1 Estos asesinatos se llevaron a cabo como parte de una política de seguridad que alentaba a los comandantes del ejército a obtener resultados para aumentar la captura o la muerte de miembros de las guerrillas.2 En los hechos, esta política se convirtió en una práctica de recuento de cadáveres (similar albody count utilizado en la matanza de My Lai en Vietnam en 1968). Como resultado, muchos civiles fueron asesinados, especialmente jóvenes de zonas pobres y campesinos, que fueron presentados como «bajas» de guerrilleros muertos en combate. La información sobre los supuestos resultados de las operaciones militares era presentada al presidente, a los medios de comunicación y a la sociedad en general, creando espacios en los que el cadáver era colocado en el escenario público como complemento del cuerpo del guerrillero, en cierto sentido el gran «Otro-intimidante» de la vida política colombiana.
Esta noción de «falso positivo» adquirió su pleno significado a partir de septiembre de 2008, cuando las madres de once jóvenes de barrios pobres del municipio de Soacha, Cundinamarca, denunciaron que sus hijos asesinados no formaban parte de ningún grupo subversivo. Desaparecieron de su ciudad dos o tres días antes de ser encontrados muertos en las afueras de otras ciudades (¡incluso a más de 600 kilómetros de distancia!) y sus cuerpos fueron expuestos por los medios de comunicación como guerrilleros muertos en combate. Justamente en una conferencia donde se encontraban varios comandantes del ejército, Juan Manuel Santos —entonces ministro de Defensa— dijo que esperaba que estas muertes fueran verdaderas y no falsos positivos. En ese instante la noción adquirió una fuerza inusual. Por último, cabe señalar que esta práctica tenía sentido si y sólo si se presentaban los cuerpos de los asesinados.
Hay estudios divergentes sobre el número de civiles asesinados por el ejército colombiano, lo que muestra ejemplarmente la disputa por la forma en que esta gran catástrofe es representada. Por ejemplo, la Fiscalía General de la Nación de Colombia registra 3925; la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, 5763; y uno de los más recientes estudios de los investigadores Omar Rojas y Fabián Benavides, 10 000.3 Los tres estudios abarcan el periodo comprendido entre 2002 y 2010.
Algunas investigaciones sugieren que estos asesinatos cometidos por miembros del ejército en toda Colombia son el resultado de los repertorios de violencias, dinámicas y evoluciones que el conflicto armado interno ha provocado en las últimas cinco décadas. Por ejemplo, el informe ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad del Centro Nacional de la Memoria Histórica desarrolla esta idea, aunque de manera ambigua. Por el contrario, en este escrito tomo como punto de partida que este tipo de asesinatos de civiles fue una práctica deterrorismo de Estado en Colombia. El gobierno de la época, el ejército y los medios de comunicación presentaron estas muertes como el resultado incuestionable de la política de seguridad contra los grupos subversivos, produciendo tal vez al mismo tiempo un conjunto de sentimientos y visiones en la sociedad en torno a la refundación del pacto social y el miedo.
«En un país de cuyo nombre sí quiero acordarme»,4 la Agencia de Noticias del Ejército de Colombia informó que a las 2:45 de la madrugada del 11 de marzo de 2006:
Unidades adscritas al Batallón de Alta MontañaN.º 3 Rodrigo Lloreda Caicedo, dieron de baja a un miliciano de la cuadrilla «Libardo García» de las FARC en la parte alta de la vereda Golondrinas, zona rural de Cali, en el marco de la Operación Bombardero, incautando asimismo un fusil FAL.5
Uno de los miembros de este batallón declaró que esta persona tenía la intención de cometer ataques contra la infraestructura eléctrica de Cali, el día de las elecciones legislativas del 12 de marzo de 2006 en Colombia. Pocas horas después, el cuerpo fue identificado como el de José Orlando Giraldo Barrera.
Según el documento del informe de la orden de operaciones N.º 23 «Fulminante» del Batallón de Alta Montaña N.º 3 Rodrigo Lloreda Caicedo, los soldados de esta misión relataron la operación desde el momento en que el batallón partió hasta su llegada al lugar. Así es como se registraron los detalles de la misión:
De acuerdo a informaciones suministradas por la red de cooperantes dan indicios sobre la presencia de cinco […] milicianos pertenecientes a la Columna Móvil «Libardo García» de las ONT-FARC en cercanías al corregimiento de Golondrinas, jurisdicción del municipio de Cali (Valle), los cuales pretenden sabotear las próximas elecciones del día 12 de marzo de 2006 y atentar contra la infraestructura eléctrica del Valle del Cauca. Esta información fue corroborada mediante el desarrollo de actividades propias de inteligencia por espacio de tres meses.
El informe de las operaciones detalla el progreso de la operación, quién la dirigió, el momento de la salida, la ubicación y la ruta del lugar hasta los acontecimientos del combate y las acciones posteriores al enfrentamiento:
A partir del 1100:30-mar-06 el grupo especial «Gladiador» al mando del CT Pabón Jaimes Manuel Arturo inicia movimientos motorizados desde el Batallón de Alta Montaña N.º 3 hasta la parte baja del corregimiento La Golondrina, donde desembarcamos e iniciamos infiltración a pie de ese sector, subiendo a la parte alta del mismo corregimiento, avanzando por la vereda El Pedregal, de acuerdo con las informaciones que llevábamos se encontraban un grupo de milicianos en la parte alta de la vereda El Pedregal.
El grupo se encontraba organizado a 01-04-06 en tres equipos de combate, la vanguardia, centroguardia y la retaguardia.
Aproximadamente a las 02:45 horas, el grupo especial se encontraba en movimiento, nos estábamos pasando por una casa, cuando los perros comenzaron a ladrar y en ese momento salió un sujeto de esa vivienda e inició a dispararnos al personal que se encontraba en el equipo de la Vanguardia, los otros dos equipos en ese momento toman una posición defensiva en el sector donde se encontraban y esperan órdenes del comandante de la patrulla. En ese momento el personal que se encontraba en ese equipo reacciona al ataque realizado por este sujeto dándole de baja. Se asegura el lugar, se pasa revista del personal de la patrulla que se encuentre bien y se procede a verificar al atacante cuando se descubre que tiene un fusil cal. 7.62 con proveedor.
Se informa de inmediato al comando del Batallón donde se reporta la acción del combate de encuentro y el resultado obtenido por la unidad, se continúa con los registros de sector y en la mañana se espera el personal del CTI para realizar el levantamiento.6
Estos tres registros materiales en los documentos preparados por el Batallón de Alta Montaña, que corresponden al acta marcada con el código 043/OPTD7 y el informe de la orden de operaciones N.º 23 «Fulminante», representan una minuciosa ficcionalización de los hechos con el fin de transformar las imágenes de los civiles asesinados en imágenes-discursivas8 que resemanticen el combate entre el ejército y la guerrilla. Como tales, tienen una doble función: 1) recrear al guerrillero como un Otro-intimidante y 2) hacer del civil una supuesta extensión de la guerrilla. Ésta es la semántica de una subversión que se extiende como una fachada que cubre ilusoriamente la tarea de legitimar los operativos del dispositivo militar-criminal. Así, los discursos de los miembros del gobierno reforzaron la política de seguridad establecida por el régimen de la época, que se expresó, entre otras cosas, por la orden obtenida de la Directiva Ministerial Permanente 029 del Ministerio de Defensa el 17 de noviembre de 2005.
En el primero de los dos documentos mencionados —la minuta en la que un miembro de las FARC fue «dado de baja»— dice que dos horas más tarde fue publicado en la Agencia de Noticias del ejército y entregado a los medios de comunicación, que repitieron la información tal y como apareció en la minuta. Luego, con el documento sobre el informe de la orden de operaciones N.º 23 «Fulminante» — que relata los acontecimientos desde el plano de un guerrillero imaginario, el imaginario de un Otro-intimidante — los militares transmitieron ampliamente estos sucesos como imágenes-discursivas para ser consumidas a través de los medios de comunicación, legitimándose así ante la sociedad. El espacio del discurso y el objetivo de la información contenida en esos documentos era (y es) borrar la identidad del individuo. En otras palabras, la producción de la escenificación programada del combate también se basaba en técnicas con un contenido expresivo y con marcos temporales y espaciales precisos: el antes, el durante y el después del supuesto combate. Se trata de una administración anticipada de los cuerpos, manipulando los rostros de los civiles para presentarlos como un Otro-enemigo.
El contenido de estos documentos construyó así la figura de un Otro-intimidante sobre la base de evaluaciones de un sí mismo y de su contraparte: los «patriotas» contra los «subversivos» (o los «terroristas»). La proyección de imágenes-discursivas en el dominio público constituye un terreno fértil que se arraiga en la vida cotidiana, en ellas «se articula la identidad de una persona y sus relaciones con los demás».9 Es a través de ellas que, mediante la política de seguridad, los medios de comunicación han reforzado los estereotipos del binomio guerrilla/falsos positivos como chivo expiatorio.
Se puede decir que la lógica material del montaje se llevó a cabo mediante una operación teatral. Al igual que en los documentos del Batallón de Alta Montaña, este proceso hace visibles los elementos de una teatralización del crimen, que incluye elementos como la locación y la escenificación como requisitos previos para la realización de un montaje. En retrospectiva, es posible reconocer los elementos que se pusieron en juego: los actores, el guión, el vestuario, la escenificación y el público. Hay actores: los militares como personajes que actúan y dominan el espacio escénico producido. Hay guiones: los documentos producidos por el batallón que condicionan el desarrollo de la actuación. Hay vestuario: uniformes, armas e incluso medios de transporte. Hay escenificación: las condiciones espaciales y temporales del lugar, que dan verosimilitud a un enfrentamiento armado. Y, finalmente, hay público: la sociedad como receptora de estas imágenes-discursivas. En general, tenemos una teatralización de la muerte que obedece a una lógica material del montaje.
Podemos relacionar estos sucesos y los otros miles de casos con la Directiva Ministerial Permanente 029. En cierto sentido, esta directiva funcionó como un imperativo para todos los batallones del ejército colombiano y hoy podemos decir que con este documento se «institucionalizó» la práctica del recuento de cuerpos como una parte fundamental del terrorismo de Estado. Se ha fomentado toda una maquinaria de muerte a través del pago de recompensas monetarias a los civiles o de asensos a los militares, la captura o el asesinato de los miembros de organizaciones subversivas y la incautación de material de guerra. La Directiva Ministerial Permanente 029 contiene diez números que detallan cada paso que debe darse. Por ejemplo, el apartado 3 se centra en los criterios de valorización y los niveles de remuneración basados en la jerarquía ocupada por los guerrilleros.
De esta manera, una serie de valores económicos se imprime en los cuerpos de los guerrilleros. A partir de entonces, los militares y los civiles crearon una red de informantes que dio lugar a un verdadero sistema de producción social de «trabajo-muerto». La siguiente tabla presenta los lineamientos del apartado 3 de la directiva:
Nivel |
Cupos |
Montos (hasta) |
Criterios de valorización |
I |
Hasta 15 |
13 106 salarios mínimos ($ 5000 millones) |
Máximas cabecillas de cada organización armada al margen de la ley (OAML) o que, sin ser de rango máximo, son públicamente reconocidos por su atrocidad en su accionar contra la población civil y/o que constituyen una amenaza para la seguridad nacional. |
II |
Hasta 40 |
4 500 salarios mínimos ($ 1719 millones) |
Cabecillas de estructuras mayores o grupos responsables de planificar y coordinar el mayor número de acciones terroristas de relevancia nacional, en especial aquellas que atentan contra la infraestructura económica. Igualmente, aquellos causantes de delitos atroces, actividades de narcotráfico, lavado de activos, tráfico de material bélico y aquellos terroristas que desde el exterior realizan actividades a beneficio de las OAML especialmente en lo relacionado con el tráfico de material bélico, finanzas y promoción del terrorismo en Colombia |
III |
Indefinido |
Hasta 500 salarios mínimos ($ 191 millones) |
1) Cabecillas de estructuras rurales y urbanas que realicen actividades de planeación, dirección y ejecución de acciones terroristas a nivel regional responsables de actividades relacionada con las finanzas, tráfico de material bélico y logística. 2) Jefes de estructuras mayores o grupos responsables de cultivos ilegales, financiamiento, planificación y coordinación del tráfico y la comercialización de droga de relevancia nacional e internacional. Igualmente, aquellos responsables del brazo armado de las organizaciones de narcotráfico, lavada de activos, tráfico de material bélico y aquellos narcotraficantes que desde el exterior realizan actividades a beneficio de las OAML, especialmente en lo relacionado con el tráfico de droga, material bélico, finanzas y narcotráfico. |
IV |
Indefinido |
Hasta 180 salarios mínimos ($ 68.670 millones) |
1) Cabecillas de estructuras rurales y urbanas que realicen actividades de planeación, dirección y ejecución de acciones terroristas a nivel local y responsables de actividades relacionadas con las finanzas, tráfico de material bélico y logística. 2) Administradores de cultivos ilícitos, cultivadores, administradores de laboratorios y cristalizadores, procesadores en laboratorios y cristalizaderos, comercializadores de productos intermedios, sujetos dedicados al transporte de productos refinados, encargados de logística, personal de comunicaciones en la organización de comercialización y transporte de drogas. |
V |
Indefinido |
Hasta 10 salarios mínimos ($3.815 millones) |
Cabecillas y miembros de guerrillas, escuadras o rasos responsables materiales de desarrollar y/o apoyar a nivel local acciones terroristas, secuestros, extorsiones, abigeato, actividades de inteligencia, emboscadas, hostigamientos, asalto a poblaciones, ataques a instalaciones militares. |
Tabla 1. Cuadro sobre los criterios de valoración del pago de las recompensas establecidos por los lineamientos del apartado 3 de la directiva. Ministerio de Defensa Nacional de República de Colombia, «Directiva Ministerial Permanente 029», pp. 3-4.
Los niveles I y II de la jerarquía son ocupados por los comandantes de los grupos subversivos que habían sido identificados por el ejército. Sin embargo, los niveles III, IV y V constituían un espacio de indefinición en el que se registraban los miembros subordinados de las guerrillas. Al desconocer sus identidades, los militares dejaban en la indefinición también las propias vidas de los individuos perseguidos bajo la categoría de dichos niveles. El nivel V fue instrumentalizado principalmente por los militares para establecer un sistema de producción social de «trabajo-muerto».10 En el espacio de indefinición, los medios de comunicación presentaron los miles de casos de civiles muertos por los militares como guerrilleros sin identificación que habrían muerto en combate. Así es como lalógica material del montaje llegó a producir efectos muy reales.
Es útil comprender el funcionamiento del batallón en cuestión en el contexto de los requisitos prescritos por la Directiva Ministerial Permanente 029, para lo cual el discurso mediático de los políticos de esta época fue un incentivo. La red de administración y el borrado de los rostros de los civiles asesinados ensambló una cierta economía, que defino como un sistema de producción social de «trabajo-muerto».11 Por ejemplo, el informante del batallón era un vecino de la finca de José Giraldo, cuyo nombre sería John Alexander Delgado Chávez, miembro de la red de informantes del ejército e implicado en otros casos de civiles asesinados.12
En uno de los expedientes que el teniente coronel del batallón tenía sobre el caso de José Giraldo, al cual el fiscal tuvo acceso, se encontró una lista de gastos que contenía un pago hecho a Delgado Chávez el 31 de mayo, un mes y medio después del asesinato. Este pago fue corroborado, según la información del acta N.º 008, por la Junta de Oficiales del Batallón, por un monto de 2 millones de pesos colombianos (580 dólares aproximadamente). El fiscal leyó lo siguiente durante el juicio:
Se encuentra el acta N.º 008, registrada a folio N.º 002, de fecha mayo 31 del año 2006, en la cual se le cancela al señor John Alexander Delgado Chávez […] la suma de dos millones de pesos […], por concepto de pago de informaciones relacionadas con las siguientes misiones tácticas: Operación Militar Fulminante, Misión Táctica No. 01 y 07, Bizarro y Bizarro 1.13
Esta acta había sido firmada por Bayron Gabriel Carvajal Osorio, comandante del Batallón de Alta Montaña.14
Es relevante reconocer una serie de relevos, redes y diseminaciones del proceso de producción social de «trabajo-muerto», porque los militares y los civiles involucrados no crearon simples montajes para capturar a las personas sin asesinarlas y acusarlas de pertenecer a un grupo guerrillero. No, esta práctica tenía sentido si y sólo si se presentaban los cuerpos de los asesinados.
En horas de la mañana, Marta Giraldo, hija de José Giraldo, recibió una llamada del ayudante de la finca, quien le informó que varios militares se encontraban en el lugar y que no le habían permitido entrar; además, no veía a José Giraldo. Cuando supo la situación, Marta Giraldo hizo varias llamadas al celular de su padre mientras se dirigía a la finca con sus familiares. Su padre nunca contestó. Después de una hora, llegaron al lugar alrededor de las 8:30 de la mañana, como recuerda Marta Giraldo:
Al recibir la llamada del ayudante de la finca empecé a realizar llamadas al celular de mi papá y no me contestaba. Luego llamé a mi tío, hermano de mi papá, si había hablado recientemente con él. Mi tío respondió que había hablado un día antes pero que no sabían nada de él. Al saber que no teníamos información de mi papá, les dije que fuéramos cuanto antes a la finca. Yo recuerdo que por la prisa y la angustia ni siquiera me bañe, me quite la ropa de dormir y me puse un pantalón, una blusa y salí. Un amigo me llevó en su carro y concurrimos en un punto de encuentro con mis tíos. Durante el recorrido hacia la finca, yo estuve llamando al celular de mi papá y nada, no contestaba. Al llegar al lugar, los militares no nos permitieron entrar a la finca. Había un militar de apellido Mahecha. En ese momento no sabíamos cómo se llamaba. Yo recuerdo que nos dijo que mi papá era guerrillero: «¿Usted no sabía lo que su papá hacía acá? Su papá era guerrillero».
Este último enunciado injurioso, hecho por un soldado, es parte de la cadena de relevos y diseminaciones de la lógica material del montaje. En el caso de los enunciados injuriosos, Marta Giraldo, en lugar de admitir y luego incorporar el enunciado injurioso en sí («Su papá era guerrillero»), invirtió su resignificación en los términos propuestos por Judith Butler.15 Estos enunciados injuriosos de alguna manera generaron nuevos espacios de habitabilidad y enunciabilidad como condición de posibilidad de otros escenarios.16 En otras palabras, estos nuevos agenciamientos, como líneas de fuga, permitieron la resignificación social de un mundo alterno al del montaje17 a través de un activismo de derechos humanos que le permitió persistir en sus denuncias. Sin embargo, esta persistencia se convirtió en persecuciones y amenazas de muerte contra ella y su entorno familiar.18
El relato de Marta Giraldo sobre las observaciones en la escena del crimen expresa, en principio, un nudo de im-potencias representado en el momento mismo en que vio el cuerpo de su padre, ya que no existe un lenguaje «adecuado» para interpretar lo sucedido. Sin embargo, ese primer momento de perplejidad se convirtió más tarde en un momento en el que pudo resignificar un mundo inaudito. Se le abría así otro mundo posible. El testimonio de su observación muestra esta inversión:
Como a la 1:30 de la tarde llego el CTI y los militares no dejaban hacer el levantamiento, porque aducían que el CTI no podía hacer el levantamiento, sino que quien debía hacer el levantamiento era la Juez Penal. Finalmente el CTI se encargó del proceso de levantamiento del cuerpo de mi papá […]. Yo recuerdo que llamé a un amigo del trabajo, él había sido militar y me dijo que no confiara en lo que decían los militares. Al decirme eso mi amigo, yo le pedí a mis hermanas traer una cámara fotográfica y una de video. Ellos nos decían que no podíamos grabar. Entramos a la fuerza al lugar. Al llegar al predio donde se encontraba el cuerpo de mi papá, empezamos a tomar fotos y a grabar la escena de los hechos, fue muy duro ver tirado y prácticamente torturado a mi padre. Luego entramos a la casa a tomar fotos y a grabar y pudimos notar que estaba todo revuelto: los papeles, la ropa, las camas, todo lo habían vuelto nada. Yo empecé también a llamar a los medios de comunicación. Recuerdo que llamé a algunos medios de comunicación manifestándoles que habían asesinado a mi papá, pero ellos me respondieron que cómo así, si la versión que ellos tenían era que esa muerte se había producido en medio de un combate y que mi papá era guerrillero. Esa versión de los periodistas la tenían porque a través de la página de la Agencia de Noticias del Ejército Nacional les habían enviado la minuta sobre el supuesto combate y muerte de mi papá […]. Recuerdo que tenía un plan de celular de mil minutos y más o menos dos días antes los tenía. Recuerdo que en ese día, el 11 de marzo, se me acabaron. Nunca paraba de hablar, llamé a colectivos de derechos humanos, hablé con profesores de la Universidad del Valle, con medios de comunicación. No sabía qué hacer, pensaba, quién me puede ayudar. Además, es una cosa tan difícil, tan desconocida […]. Muy duro pues.19
El montaje injurioso se basaba también en las imágenes-discursivas que diseminaban los medios de comunicación, en las que la acción injuriosa constituía un borrado del rostro, de la identidad. Aunque, como ya se ha señalado, estas operaciones injuriosas produjeron a su vez una transformación en la vida personal y familiar de Marta Giraldo; el caso del asesinato de su padre fue incluso un punto de inflexión en su vida cotidiana. Esta transformación y reconfiguración (propiamente social) es un registro, entre otros posibles, en el que Marta Giraldo se rehizo a través del acto injurioso. Recordemos una vez más la frase: «¿Usted no sabía lo que su papá hacía acá? Su papá era guerrillero». La llevará a través de campos de im-potencias que, a su vez, la conducirán a incursionar en nuevos campos de sentido20 a través de colectivos de derechos humanos y de víctimas.
En este nuevo campo de sentido, se tratará de asegurar que florezcan nuevas relaciones de semejanzas y/o relaciones colectivas, relaciones de duelo, relaciones políticas, culturales y artísticas con otros individuos, creando comunidades de duelo cargadas de potencia. Sin este camino de agenciamiento y resignifición sociales, políticas y artísticas, el proceso legal no habría tenido la importancia que tiene a nivel nacional en Colombia. Un caso inspirador para otros familiares de civiles muertos por el ejército colombiano.
En este proceso no debemos perder de vista cómo aparecen estas designaciones injuriosas y luego las respectivas resignificaciones, aunque bajo incesantes agresiones. En resumen, podemos ver que el acontecimiento surge en el plano público dado a través de disputas en los marcos de representación transmitidos por las historias, las narrativas y los relatos de apropiación de Marta Giraldo frente a aquellos de los miembros del Batallón de Alta Montaña. Ella tratará de aprehender los acontecimientos que tuvieron lugar en torno a su padre en contra de lalógica material del montaje inventada por los militares.
Once horas más tarde llegaron las instituciones encargadas de recuperar el cuerpo de José Giraldo y comenzaron el estudio balístico y el informe topográfico en la zona donde, según los soldados, se había producido el «combate». La ubicación del cuerpo de José Giraldo, según el mapa elaborado por el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), era la siguiente:
Posición natural orientación de la cabeza al suroeste, Pies al noroeste, cuerpo en decúbito dorsal, cabeza con rotación izquierda, miembro superior izquierdo semiflexionado mano en supinación, miembro superior derecho en extensión, mano en supinación, miembros inferiores en extensión, pies en eversión. Se observan manchas de sangre sobre el cuerpo, el piso, debajo del fusil y la pantufla ubicada al lado derecho del cuerpo. En el cuerpo, hombro y parte superior derecha del tórax de la víctima, se advierte el patrón de nube de manchas de sangre dejado por el proyectil de alta velocidad, que no está presente en la superficie sobre la cual se encuentra el occiso, especialmente en el lugar en el que se ubica la cabeza.
En el hemitórax izquierdo y cara anterior del codo izquierdo se observan manchas por transferencia así como sobre la superficie plantar del primer y segundo dedos del pie.
Aparece patrón de escurrimiento en las heridas descritas como causadas por esquirlas en el tórax y en la cara anterior de pierna izquierda. Al lado del muslo izquierdo aparece un lago hemático con satélites dejados por salpicaduras de goteo sobre goteo […], no coincidentes con la posición del cuerpo.
Se evidencian manchas de sangre tipo goteo a 90 grados que se encuentran en dirección anterior a la posición del cadáver (hacia la zona de tierra removida), y alrededor del fusil. Se distinguen varias vainillas y un fusil ubicado en la parte derecha del cuerpo, bajo el cual se encuentran manchas de sangre con patrón de arrastre por transferencia […], no explicable respecto a la posición del cuerpo. Se observa pantufla para pie derecho ubicada al lado de la mano derecha del occiso, en un lugar que no corresponde respecto al pie.21
Más adelante, se describe el informe sobre el cuerpo en términos de sus marcas externas, es decir, de las lesiones producidas:
Cuerpo parcialmente desnudo, ubicado fuera del recinto cerrado que conforma la vivienda, sobre terreno ligeramente inclinado cuya superficie es en cemento no pulido. La herida descrita en la cabeza presenta pérdida de fragmentos óseos y tejido encefálico […] que no se observan en la escena ni en zonas adyacentes al cuerpo.
El occiso presenta residuos de pared en la cara y el cuello coincidentes con residuos producidos por impactos por arma de fuego observables en pared […], sin que se evidencien vainillas ni proyectiles diferentes a los que se recuperaron del cuerpo.
Se observa una gran laceración en la región frontal y parietal con exposición de masa encefálica, con trayectoria antero-posterior y de abajo arriba. Herida en dorso que sale por glúteo izquierdo con trayectoria de arriba abajo y de derecha a izquierda. Herida supraglútea derecha cuyo proyectil se alojó en columna vertebral con trayectoria postero-anterior, de derecha a izquierda y de abajo arriba. Múltiples heridas, descritas en el protocolo de necropsia como producidas por esquirlas, en tórax, abdomen, miembros superiores e inferiores; en parte anterior interna del brazo derecho fracturan hueso. Se observa una equimosis en el brazo derecho.22
A través de este informe pericial realizado por la Unidad Especial de Comportamiento Criminal, este análisis hizo uso de la planimetría, el estudio fotográfico y balístico del CTI y, además, las fotografías y un video realizado por Marta Giraldo (con familiares y amigos) con los que se pudo dar un giro a la versión de los miembros del Batallón de Alta Montaña.
Sin embargo, las pruebas contenidas en el informe pericial no sólo se enfrentaron a la verdad jurídica presentada por los militares, sino que también fue (y es) una lucha por el gobierno de la memoria y contra las imágenes-discursivas que legitimaban estas acciones, es decir, contra los imaginarios dominantes en la sociedad colombiana.
«Polvo eres y en polvo te convertirás». «Conviértete y cree en el evangelio». Estas dos frases suelen marcar el comienzo de la Cuaresma en el calendario cristiano cuando los feligreses reciben la cruz. En Colombia, como parte de los rituales comunes de esta tradición, el miércoles 1 de marzo 2006 no fue una excepción. A las 10 de la mañana, el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, su esposa y su comitiva se presentaron ante los medios de comunicación en la sede de la Registraduría Nacional para su segundo registro como candidato presidencial para el periodo 2006-2010.
El presidente-candidato y sus acompañantes también tenían la cruz de ceniza —simbolizando una expiación de sus faltas— en sus frentes. Esto comunicaba al público una fantasmagoría sobre los imaginarios simbólicos, generando afectos que en cierto sentido inducían actos de «refundación del pacto social» o de «refundación del miedo y la culpa» en la sociedad colombiana. Después de la firma, Uribe Vélez se dirigió a los medios de comunicación: «Pido a Dios que esto sea útil y no me deje fallar en materia grave».23 Luego declaró que el país no debía arrodillarse ante los miembros de las FARC: el único plan era derrotarlos militarmente.24 Ese mismo día, varios paramilitares del Bloque Sur del Putumayo que se encontraban en proceso de desmovilización y entrega de sus armas25 también recibieron la cruz de ceniza en la frente como acto de expiación.26
En la mayoría de los titulares, el 2 de marzo de 2006, había mensajes apoyados por imágenes-discursivas en las que el «Ellos» representaba a los sujetos que se denominaban «colaboradores de la guerrilla» o «guerrilleros con traje de civil». Por otro lado, el «Nosotros» representaba a «los demócratas, defensores de la patria», guerreros dispuestos a enfrentar el «Mal» encarnado por los «guerrilleros». Estas imágenes-discursivas ya formaban parte del debate público, en el que los individuos que compartían este marco de representación se sentían simbolizados bajo horizontes en los que prevalecía una relación cada vez más extrema de autocalificaciones asimétricas: «los defensores de la patria» contra los «cómplices de la subversión».27
Catorce días después de la muerte de José Giraldo, el 25 de marzo de 2006, Marta Giraldo hizo una denuncia en el Diario de Occidente de Cali. En la sección titulada «Primer Plano», la noticia se publicó con el siguiente titular: «Denuncian supuesto montaje: “Mi papá no era un guerrillero como dicen”».28 En esta nota, Marta Giraldo presentó la versión de la familia para contrarrestar la noticia que había sido difundida en los medios. Como resultado de estas acciones, surgió una disputa para restablecer la identidad de su padre ante la narrativa de los miembros del ejército.29
Unos meses más tarde, el 4 de diciembre del mismo año, la revista Semana publicó un reportaje en el que informaba de varios casos de ejecuciones de civiles e incluso de policías que habían sido asesinados por miembros del Batallón de Alta Montaña N.º 3 Rodrigo Lloreda Caicedo. Fue sobre la base de este informe (y de las denuncias de los familiares) que el asesinato de José Giraldo fue publicado a nivel nacional en la revista Semana. En la sección titulada «Nación», se documentaron varios actos de asesinato cometidos por el batallón30 bajo el título: «Estela mortal». En esta investigación, la revista mostró el modus operandi del batallón, que describió en los siguientes términos: «Muy rápidamente se volvió conocido en la región, gracias a que en sus operaciones nunca había capturas, no dejaba sobrevivientes y, por lo general, jamás presentaba bajas entre sus filas».31 El informe de la revista reveló patrones sistemáticos en los actos cometidos por los miembros del batallón. También generó la aparición, a nivel nacional, de noticias sobre el caso de José Giraldo, provocadas en gran medida por la persistencia de denuncias de la familia, especialmente de Marta Giraldo.
Otro ejemplo de lo anterior es la masacre ocurrida en San José de Apartadó el 21 de febrero de 2005, en la que sesenta paramilitares del Bloque Héroes de Tolová, junto con miembros de la Compañía Bolívar del Batallón de Infantería N.º 47 adscrita a la Brigada XVII del Ejército, torturaron y asesinaron a ocho campesinos, cuatro de los cuales eran menores de edad (un niño de 18 meses, una niña de 5 años, un niño de 11 años y una adolescente de 17 años) y cuatro adultos.32 Inicialmente, los funcionarios del gobierno nacional y departamental alegaron que la masacre fue perpetrada por las FARC; además, días después se señaló a los miembros de esta comunidad como protectores de la guerrilla.33 Con el paso de los días, la realidad se fue aclarando y se refutaron ambas versiones, demostrando la participación del ejército junto con los paramilitares.34
Estas imágenes también se dirigían a los opositores al gobierno: periodistas, políticos, colectivos de derechos humanos, descritos como «cómplices de la subversión».35 Esto estaba relacionado con las imágenes que se proyectaron con el relato de «el fin del fin», una referencia al fin de las guerrillas.36 Así, las imágenes del «Ellos» y el «Nosotros» ganaron fuerza a través de este juego de imágenes-discursivas.
Después de la 1:30 de la tarde, la investigación pudo ser llevada a cabo por los técnicos en criminalística del CTI; la juez penal militar también estaba presente. Cuando llegaron, usaron los protocolos para informar sobre la relación entre el cuerpo y el lugar donde el «combate» habría tenido lugar.
Basándose en la aplicación del protocolo forense, se emprendió el análisis de planimetría, fotografía, balística y el procedimiento de levantamiento técnico del cuerpo. A partir de estos estudios, los investigadores pudieron recrear la escena del «combate». Con el fin de contrastar y establecer la situación espacial por la que habrían pasado los soldados, también registraron la narración de los soldados que participaron en la operación. Hay que recordar que, según su versión, pasaban por delante de la finca cuando fueron atacados, por lo que reaccionaron matando a José Giraldo. Otro de los procedimientos que el CTI realizó en el cuerpo fue el embalsamiento de las manos con el fin de tener el kit de absorción atómica necesario para que las pruebas no se contaminaran.
Los miembros del CTI que realizaron el levantamiento del cuerpo y otros estudios fueron llamados a testificar en el juicio, particularmente el coordinador del grupo. Según el documento de la Sentencia Ordinaria N.º 010 de Primera Instancia, su testimonio se basó en el estudio del cuerpo y el espacio donde fue encontrado. Declaró lo siguiente:
La gente del ejercito decía que ellos iban pasando y que de un momento a otro oyeron unos disparos, ellos reaccionan y dan de baja a una persona, nosotros constatamos lo dicho por ellos, vamos a la escena, fijamos y ubicamos más o menos dónde pudieron estar los soldados y dónde podía estar esa persona, en la observación que se hace en ese momento, y uno como criminalístico y en el tiempo que uno lleva, uno ve, que si hay una escena de combate tienen que haber muchas huellas de violencia, porque nosotros encontramos en la escena 17 casquillos, creo que son 7.62, […] los que utilizan los militares a una distancia promedio de 20-25 metros donde se encontró el cadáver, en la línea de fuego se supone que si se ha producido un enfrentamiento, y si hay 17 impactos, esos impactos tienen que golpear en algo, y en ese momento sería el cadáver donde está, y si los impactos no dan en una persona, tenían que dar en una pared, en una puerta, en algún lugar, a esa distancia. Se observó que tan solo se pudo fijar un impacto que se encontró a un lado de una puerta, se presumía que los militares realizaron 17 impactos y tan sólo nosotros encontramos un solo impacto sobre la pared.37
Ésta es una de las explicaciones de la relación del cuerpo y la escena a cargo del investigador. El informe pericial realizado por la Unidad Especial de Comportamiento Criminal y presentado en diciembre de 2006, no sólo analizó la ubicación del cuerpo o las descripciones de las heridas, sino que también logró plantear varias conclusiones sobre lo que pudo haber ocurrido en el asesinato de José Giraldo. El objetivo era pormenorizar los acontecimientos del 11 de marzo de 2006. Así pues, las conclusiones de este estudio fueron varias. Por ejemplo, el análisis de la ubicación del cuerpo en relación con el lugar plano y la posición del cuerpo en relación con la descripción externa, es decir, las características de las heridas producidas y las trayectorias de los disparos en el cuerpo. Gracias a estas observaciones, fue posible refutar el montaje llevado a cabo por los miembros del Batallón de Alta Montaña.
El estudio, basado en varias pruebas como los informes de planimetría y balística del CTI, las fotografías y el video de Marta Giraldo, logró dar un giro a la investigación de este asesinato. A partir de aquí, la Unidad Especial de Comportamiento Criminal sacó las siguientes conclusiones sobre la relación entre el cuerpo, el espacio y las heridas infligidas:
7.1. Las trayectorias de las heridas sugieren al menos tres momentos diferentes de posición de la víctima. Probablemente de rodillas con los brazos arriba y separados del tronco para poder recibir los impactos de brazo que expliquen esa trayectoria sin lesionar tronco. En decúbito abdominal para recibir las dos heridas dorsales en al menos dos ángulos diferentes. En decúbito dorsal para recibir el disparo en cara y cráneo, por un tirador en un nivel topográfico inferior al de la víctima. 7.2. Las heridas en espalda y región glútea evidencian que el cuerpo se encontraba de espaldas al tirador cuando se le produjeron. La trayectoria de éstas son ínfero-superior y supero-inferior, es decir, producidas desde dos líneas de tiro diferentes. Si se tiene en cuenta la posición de hallazgo del cuerpo y la inclinación del terreno, no es posible ubicar la posición de quien disparó y produjo la herida descrita con trayectoria supero inferior. 7.3. Existe alta probabilidad de que el cuerpo haya sido movido de su posición original, teniendo en cuenta que, las diferentes trayectorias que presentan las heridas por arma de fuego y que fueron detalladas en el protocolo, no coinciden con las versiones de los uniformados respecto a la posición de los tiradores ni con la posición de hallazgo del cuerpo. Así mismo las manchas de sangre en tórax y extremidades muestran dos trayectorias diferentes, hacia la derecha y hacia la izquierda. No se evidenciaron en el lugar o la superficie próxima al cuerpo, manchas de sangre de alta velocidad ni fragmentos óseos, que se esperarían encontrar con la herida de cráneo que presentaba la víctima. 7.4. En el cuerpo se encontraron heridas por esquirlas, lo que sugiere el uso de otro tipo de proyectil diferente al de los fusiles que portaban los uniformados, sin poder establecer su procedencia debido a la falta de recuperación del material causante de las mismas. Estas lesiones no parecen corresponder a la fragmentación de un proyectil ni a perdigones de escopeta por el radio de dispersión; ésta podría corresponder más a la fragmentación de una granada lanzada desde una distancia intermedia, sin embargo, no hay evidencia en las fotografías de escena que permitan verificarlo. 7. 5. La equimosis en el brazo derecho no es característica de una lesión producida por proyectil de arma de fuego o por esquirlas, sin que se evidencie cerca del lugar algún mecanismo que la hubiera podido producir o que la ocasionara accidentalmente. Las heridas del brazo derecho sugieren más un proyectil de alta velocidad que una esquirla, por el tipo de lesión descrita. 7.6. La limpieza de la planta de los pies del occiso no es coincidente con quien camina sobre un piso cubierto de tierra, como el que se observa en las fotografías, sin llevar calzado. A ello se suma la presencia de manchas de sangre que podrían impregnar los pies si la víctima hubiera caminado sobre ellas. 7.7. Hacia afuera de la residencia e inmediatamente del lugar donde fue hallado el cadáver, se evidencia goteo de sangre a 90 grados, el cual se revela cuando hay un cuerpo en movimiento impregnado en sangre goteando sobre el piso. 7.8. La víctima presentaba restos de tierra en tórax, abdomen y cara anterior de miembros inferiores, que no concuerdan con la posición en decúbito dorsal en que fue encontrado. 7.9. La posición del fusil en el piso no es concordante con la de hallazgo de la víctima; de haberlo portado hubiera podido quedar en cualquiera de dos posiciones: en una dirección acorde con la abducción en queda la extremidad que lo sujeta, o sobre el cuerpo, por la inmovilidad que le pudo haber ocasionado la laceración extensa del encéfalo, que probablemente le hubiera podido permitir quedar en posición de sujeción del fusil. 7.10. La ubicación de las vainillas respecto al cuerpo, a la casa y a la posición del tirador (de acuerdo a las versiones), no concuerdan con la trayectoria de las vainillas expulsadas por un fusil Fall como el encontrado en este caso, el cual tiene eyección derecha a 80 grados y arroja las vainillas a 6 metros promedio, según estudios balísticos; la escena muestra una disposición diferente a lo que se evidenciaría en caso de ser disparado desde el lugar en que se ubicó el cuerpo y el arma de fuego. 7.11. Respecto a otras evidencias, no son explicables, con relación a la posición de hallazgo, la presencia de manchas de sangre a 90 grados cerca del pie derecho de la víctima y de la vainilla referenciada en las fotografías, ni las manchas halladas alrededor del fusil sin que éste quedara pintado o impregnado, así como tampoco es comprensible la ubicación de la pantufla respecto al cuerpo. 7.12. Después de encontrarse la víctima en la posición en que fue hallada, se produjeron disparos, teniendo en cuenta presencia de fragmentos o residuos de pared en cara, cabeza, labios y cuello. 7.13. Las fotografías de la inspección muestran las luces encendidas alrededor de la casa, lo que permitía mejor visibilidad desde y hacia el lugar donde fue hallado el cuerpo. Sin embargo, los soldados aducen total oscuridad al momento de ocurridos los hechos. 7.14. Con base en todas las consideraciones anteriores es posible concluir finalmente, que con alta probabilidad, el occiso inicialmente fue herido en otro sitio de la finca y luego desplazado hasta el lugar donde fue hallado el cuerpo, si se tiene en cuenta que en algunas de las tomas videográficas se pueden apreciar manchas de sangre sobre la zona verde cerca al camino en piedra contiguo al corral y luego gran cantidad de manchas, desde ese punto y en dirección al lugar donde con las observaciones de las fotos de escena en cuanto a patrones de sangre hallados.38El estudio de la Unidad Especial de Comportamiento Criminal permitió que el informe pudiera subvertir el estatuto de verdad legal de los documentos inventados por los miembros del Batallón de Alta Montaña N.º 3 Rodrigo Lloreda Caicedo. Así, con el informe pericial se pudo verificar que las trayectorias de las heridas correspondían a diferentes tiempos, posiciones y lugares, es decir, que José Giraldo probablemente estaba de rodillas y con los brazos levantados en el momento del impacto. En el primer momento estaba de rodillas; en el segundo momento tenía los brazos levantados; y en el tercero los tenía separados del torso. El informe indica que las heridas en la espalda y en los glúteos se produjeron cuando estaba de espaldas y no en posición defensiva. El cuerpo fue movido, es decir, puede no haber estado en el lugar donde fue asesinado debido a varios indicios; uno de los cuales es que el cuerpo tenía metralla de granada, pero en el lugar no había pruebas de algún orificio dejado por el impacto de la granada en el suelo. Además, la fascia plantar de ambos pies estaba limpia, pero el suelo estaba cubierto de tierra. Hubo rastros de sangre en lugares relativamente distantes de donde se encontró el cuerpo, entre otras irregularidades.
Para concluir, es apropiado apelar al antropólogo colombiano Alejandro Castillejo, según el cual: «El problema no es si los sobrevivientes y las víctimas hablan o no (de forma individual o colectiva, a través de años de trabajo comunitario), sino que la “sociedad” ha sido “incapaz” de escuchar».39 Siguiendo la reflexión de Castillejo, es importante reconocer, lo más brevemente posible, cómo las imágenes-discursivas de la época fueron presentadas por ciertos actores —militares, políticos y medios de comunicación—, los cuales exhibían las imágenes de cuerpos cubiertos con sábanas a un público ávido de noticias como vidas que no merecen ser lloradas. Mostrar las botas que suelen llevar los guerrilleros no era más que una acción para borrar la identidad, la rostreidad del «Otro». Esta normalización del borrado de la rostreidad se instituyó en los espacios públicos y privados. Frases como «por algo sería» son un testimonio de la época. Toda una imagen-discursiva en el espacio público, que, en mi opinión, muestra el lugar y la voz de una gran parte de la sociedad, su silencio.
Los miles de cadáveres presentados diariamente en los medios de comunicación produjeron de alguna manera una narrativa (visual) y una sensación de certeza de que el gobierno y el ejército estaban derrotando a las guerrillas en toda Colombia. Al mismo tiempo, aparecían relatos de que «el fin del fin»40 de las FARC estaba cerca, o de que la gente podía ahora «regresar a sus fincas» en territorios que habían estado en permanente confrontación armada y con constantes prácticas de secuestro. Además de estas promesas, que eran más favorables para los grandes hacendados y terratenientes que para la mayoría de la población, a partir de 2002 el desplazamiento interno en el país se duplicó y se convirtió en uno de los países con mayores casos en el mundo.41 De 2002 a 2018, Colombia pasó a situarse en el primer lugar en el mundo, superando a Siria.42
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1 Aunque cabe recordar que estas prácticas de asesinato de civiles no son nuevas en Colombia. Cf. Centro Nacional de Memoria Histórica, Desaparición forzada, p. 85; Yesid Campos, «El baile rojo: memoria de los silenciados», 4 septiembre de 2013. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=9vbG4rRUN9M.
2 Cf . Nicholas Casey, «Las órdenes de letalidad del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles, según oficiales». Con el nacimiento de esta política, el gobierno de turno administró, planificó y dirigió la política de seguridad contra los grupos subversivos a través de directivas ministeriales emanadas por el Ministerio de Defensa Nacional.
3 Cf . Omar Eduardo Rojas Bolaños y Fabián Leonardo Benavides Silva,Ejecuciones extrajudiciales en Colombia, 2002-2010, p. 30.
4 Clara Elena Reales y Juan Torres Mantilla (eds.),Los caminantes invisibles, p. 15.
5 Agencia de noticias del Ejército Nacional, «En el municipio de Calima-Darién y en la ciudad de Cali. Ocho narcoterroristas dados de baja y capturado segundo cabecilla del ELN».
6 Batallón de Alta Montaña N.º 3. Fuerzas Militares de Colombia Ejército Nacional, «Informes de Operaciones. Grupo Especial Gladiador, N.º 23 Fulminante», pp. 1 y 2.
7 Es sorprendente que la fecha de este documento sea el 10 de marzo y no el 11 de marzo, día del supuesto combate y muerte de José Giraldo.
8 Retomo la noción de ilusión discursiva de Deleuze y Guattari, que llamaré aquí imágenes-discursivas. Esto es lo que los autores dicen sobre la primera noción: «Cuando se confunden las proposiciones con los conceptos […] Precisamente, no conviene creer que todas estas ilusiones se concatenan lógicamente como proposiciones, pues resuenan o reverberan, y forman una niebla densa alrededor del plano», Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía?, p. 53.
9 Reinhart Koselleck, Futuro pasado, p. 205.
10 Ministerio de Defensa Nacional de República de Colombia, «Directiva Ministerial Permanente 029», p. 4.
11 Retomo la idea de una «producción de trabajo-muerto» de Ilán Semo, «La ecología, la clave».
12 El fiscal del caso Ocampo Guzmán comprobó que el señor Delgado Chávez recibía dineros del Batallón de Alta Montaña.
13 Juzgado Diecinueve Penal del Circuito de República de Colombia, «Sentencia ordinaria N.º 010. Primera Instancia Radicación: 11-001-6000-099-2006-00005. Homicidio agravado y ocultamiento, alteración o destrucción de elementos materiales probatorios Acusado: Luis Eduardo Mahecha Hernández», p. 10.
14 Byron Carvajal fue condenado a 54 años de prisión por el asesinato de diez policías y un civil en mayo de 2006 en el municipio de Jamundí, Valle del Cauca.
15 Cf . Judith Butler, Mecanismos psíquicos del poder, p. 118.
16 En lugar de reapropiarse o habitar el propio discurso injurioso, como dice Butler, creo que surge una nueva habitabilidad y enunciabilidad en la vida de la persona injuriada, por ejemplo, al poder disputar el relato de los militares.
17 Cf . Félix Guattari, Líneas de fuga.
18 Cf . Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, «21 líderes/as y defensores/as de derechos humanos son amenazados/as de muerte por el Bloque Occidental de las Águilas Negras» y «Denuncia pública: Nuevamente paramilitares amenazan con asesinar a Martha Giraldo, a dirigentes sociales y defensores/as de DD.HH. en el Valle»; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Medidas Cautelares otorgadas por la CIDH durante el año 2009».
19 Entrevista a Marta Giraldo realizada por Manuel F. Vallecilla Franco, 19 de julio de 2018, Cali (Colombia). Para ampliar esta información, cf. «Ejército tendrá que pedir perdón y limpiar el nombre de campesino asesinado».
20 Cf . Markus Gabriel, Por qué no existe el mundo, p. 83.
21 Unidad Especial de Comportamiento Criminal de Colombia, «Informe pericial análisis de escena», pp. 4-5.
22 Ibid ., pp. 5-6.
23 «“Pido a Dios que esto sea útil y no me deje fallar en materia grave”», p. 2.
24 Cf . «Así fue el primer día del presidente como candidato».
25 Cf . «La desmovilización: el proceso de paz (2003-2006)».
26 El panorama que se registró y las noticias que aparecieron en los medios de comunicación desde 2005 parecen indicar que el pasado y el presente inmediato de Colombia están constantemente en un estado de eterno retorno, es decir, las noticias que han aparecido han sido más o menos las mismas desde hace varios años. En cuanto a los espacios de visibilidad y de lo decible en los medios de comunicación y la forma en que se han organizado los debates «públicos», temas como el proceso de desmovilización de los grupos paramilitares en 2005 y 2006, la aplicación de la Ley 975 de 2005 como marco legal para la desmovilización de los grupos paramilitares, las discusiones sobre la firma del Tratado de Libre Comercio, el debate y la aprobación de la reelección presidencial, la permanencia de la ofensiva del ejército, los diálogos exploratorios con el ELN y la ofensiva armada de la guerrilla de las FARC. Por otro lado, cabe recordar que durante el primer gobierno de Uribe Vélez (2002-2006), se firmó el proceso de desmovilización de 34 bloques paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia. El acuerdo de desmovilización se conoció como Santa Fe de Ralito, fase tuvo lugar entre 2003 y 2006.
27 Cf . «De “terroristas de civil” calificó el presidente Álvaro Uribe a políticos del desmovilizado M-19».
28 Cf . «Denuncian supuesto montaje: “Mi papá no era un guerrillero como dicen”».
29 Hay que recordar que el 13 de marzo presentaron una denuncia ante la fiscalía por el asesinato de su padre.
30 El 22 de mayo de 2006, miembros del Batallón de Alta Montaña N.º 3 mataron a diez policías de la Dijin y a un civil en Jamundí, Valle. Más tarde se supo que miembros del Batallón estaban protegiendo un cargamento de drogas de un narcotraficante, Diego Montoya, alias «Don Diego». El 9 de septiembre dos policías fueron asesinados cuando atacaron los vehículos en los que se movilizaban. Los policías muertos estaban revisando las válvulas de un poliducto pirata. De los trece militares que participaron en el asesinato de los policías en Jamundí, seis participaron en el asesinato de los dos policías en el municipio de La Cumbre, Valle. Otro caso ocurrió en el municipio de Yumbo, Valle. El 28 de marzo, el Batallón de Alta Montaña presentó a cuatro presuntos miembros del frente 30 de las farc muertos en combate; las familias de los asesinados declararon que eran taxistas y que habían sido invitados por un amigo que a su vez trabajaba para el ejército.
31 «Estela mortal», p. 88.
32 Cf . «Masacre de San José de Apartadó».
33 Cf . Amnistía Internacional, «Para la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, la justicia es el único camino».
34 Otro caso es el de los jóvenes de Soacha, en el que el presidente, ante los medios de comunicación, declaró que eran guerrilleros: «Los jóvenes desaparecidos de Soacha fueron dados de baja en combate, no fueron a recoger café, iban con propósitos delincuenciales y, no murieron un día después de su desaparición, sino un mes más tardé», cf. «Uribe dice que desaparecidos de Soacha murieron en combates». Estos dos casos son una muestra representativa del hecho de que estas imágenes-discursivas ya formaban parte del espacio de la experiencia.
35 Cf . Julián F. Martínez,ChuzaDAS. Ocho años de espionaje y barbarie; «Gobierno acusa a sindicatos de apoyar guerrilla».
36 Cf . «¿El fin de las farc?».
37 Juzgado Diecinueve Penal del Circuito de República de Colombia,op. cit., pp. 31-32.
38 Unidad Especial de Comportamiento Criminal de Colombia, op . cit., pp. 6-8 y 10.
39 Alejandro Castillejo, Poética de lo otro, p. 7.
40 Cf . «¿El fin de las FARC?».
41 Cf . «Desplazamiento aumentó en 2008 según Codhes».
42 Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados,Tendencias globales, p. 35.