«No me interesa ver tu materia prima», dijo. «No me genera nada a la hora de ver tus pinturas. No justifica ni forma parte de la evidencia material de la obra final. No puedes juzgar una pintura a través de la imagen que la inspiró».
Empezaba con una fotografía en blanco y negro en un periódico holandés del 14 de marzo de 1986. Céline fue fotografiado en su cama, su lecho de muerte, el 1 de junio de 1961. El artículo revisaba algunos libros escritos sobre su vida. Me encanta leer periódicos viejos.
Hay una cara cubierta con una sábana blanca.
Hay una cara interrumpida por una sábana blanca, cubriendo su nariz y su boca.
Hay la mitad de una cara que se asemeja a un huevo, con la parte superior del huevo mostrándose.
Hay una geometría de la tragedia en el trabajo.
La sábana, como el rectángulo de Malévich, viene de afuera. El cráneo se está doblando, arrastrado por la gravedad, mientras que el ojo, inferior, al modo de un corte vertical a través de la cara, se interpone entre las dos partes.
«La mayoría de las personas quieren que les digas todo lo que puedes recordar a propósito de la elaboración de una obra de arte. Odio cuando la gente me cuenta sus sueños», dijo.
Serrano tomó una fotografía en una morgue, la fotografía de un hombre con una sábana que cubría la mitad de su cara. Nunca he estado en una morgue. Mi padre murió en casa. Nosotras lo cuidamos. No lo miré luego de su muerte ni lo exhibimos luego de que muriera, para alguna despedida pública final. Mi madre durmió esa noche en su recámara mientras que el cuerpo de mi padre todavía no era removido. Ella me dijo que cuando él vivía yo no le tenía miedo, de modo que ¿por qué tendría que temerle ahora que ha muerto? Le tomó mucho tiempo morir. Tenía doce años y el doctor dijo que su enfermedad provocó que su color de piel cambiara rápidamente. Una vez, más o menos quince años después, traté de hacer una pintura de él. Era una pintura espantosa. No supe cómo abordar la cuestión. Fue una ocasión para ser intencionadamente imprecisa. Fue una obra imprecisa. Eso no tenía nada que ver con la ambigüedad. Tan sólo no era clara..
«No se puede hablar para la muerte», dijo.
El escritor sudafricano Antjie Krog dijo que el filósofo Jacques Derrida vino a Ciudad del Cabo y dijo, a propósito de la verdad y los procesos de reconciliación, que no se puede perdonar lo imperdonable y que no se puede perdonar en nombre del muerto. Y el colega africano de Krog dijo: «Yo puedo, porque estoy en contacto con los muertos, me hablan y están conmigo. Entonces ¿por qué no podría hablar por ellos?».
Traducción del inglés:
Alan Cruz
Traducción del inglés: Alan Cruz© Marlene Dumas, «The Death of the Author», escrito para (junto con «The Right to be Silent» e «Immaculate») y publicado primero en Frieze, núm. 80 («A special edition for the Frieze Art Fair»), 2004, pp. 86-87; e incluido en Marlene Dumas, Sweet Nothings. Notes and Texts, segunda edición (revisada y expandida), Londres, Koenig Books, 2014.