EL TESTIGO Y EL FORASTERO
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Las escasas imágenes que se conocen de Jorge Cuesta han sido publicadas intermitentemente desde los años cincuenta. Aunque breve este esencial compendio de fotografías, dibujos y pinturas aguarda todavía la curiosidad de un intérprete. La historia cultural contemporánea ha sido tan indiferente al mundo visual como lo fue la mayor parte de la historiografía del siglo XX. Es común ver a los historiadores recurrir a imágenes como fuente de información o de inspiración; pero lo suelen hacer sólo para ilustrar o corroborar sus afirmaciones, no para explorar los enigmas que plantea la imagen en sí. En la biografía más fina y exhaustiva que se ha escrito sobre Cuesta, Itinerario de una disidencia, Louis Panabiére dedicó un solo renglón a mencionar los retratos que datan de los años treinta. La mención sirve como pie de página para confirmar y visualizar las impresiones que dejaron Elías Nandino, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia sobre esa gélida elegancia a la que consumía el fuego de la inteligencia. Es una inferencia esencial aunque tambien inicial. No es culpa de Panabiére. Es una práctica que proviene del anclaje de la escritura de la historia en los órdenes textuales. Las imágenes de Cuesta nos siguen mirando como preguntas abiertas al tiempo. IS SAÚL KAMINER La Venus y el Cóndor,1995 Oléo/tela, 65 x 50 cm. MARIO NUÑEZ Cosas, 2001 Óleo sobre masonite, 60 x 47 cm. ROBERTO RÉBORA La descarga, 2002 Acuarela, 56 x 76 cm. FRANCISCO CASTRO LEÑERO Tablero, 2000 Acrilico sobre tela, 200 x 190 cm. ROBERTO PARODI Invidente, 1980 Oléosobre tabla, 90 x 50 cm. LUCIANO SPANO Después del temporal,2003 Oléosobre tela. IRMA PALACIOS FLORES Deshielo, 2002 Óleo/tela, 200 x 160 cm. GUSTAVO MONRROY Melankhole Óleo y collage sobre tela, 50 x 50 cm.
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