MARGO GLANTZ

Juan Gelman

 

 

1

La poesía de Gelman es siempre una poesía de cuerpo presente, aunque hable de la muerte por desaparición, esa nueva figura política:

 

entre las 5 y las 7/ cada día/

ves a un compañero caer/ no pueden

cambiar lo que pasó/ el compañero

cae y ni la mueca de dolor se le puede apagar/

O el poema dedicado a un amigo, el Ronco:

 

agarraste a la muerte y te la llevaste a la cama/

la sacudiste hasta el huesito

 

O un poema que proviene del libro Si dulcemente (1980) llamado "Descubriendo el país":

amor que pisan / compañeros/ pisados

 

por mi amor/ compañeros moridos/

tristes agrandan el amor/

sentados en mi alma a dos sillitas

 

Gelman habla así del futuro, de la sobrevivencia: "sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas/ sangran"; y, obviamente, cuando habla de la mujer amada, como en el poema que abre el poemario antes mencionado, escrito hacia 1956 o 57, su referencia principal es el cuerpo: "Habítame, penétrame, sea tu sangre una con mi sangre. Tu boca entre a mi boca..." Asimismo en el poema "Carta a mi madre", escrito entre 1985y 87, donde el cuerpo maternal es a la vez el cuerpo de la amada:

¿y mi boca?/ ¿cuánta alma te chupó?/ ¿te fue

fiesta mi boca alguna vez?/[...] ¿acaso yo podía prolongar tu belleza?/

¿sin convertirla en cuerpo de dolor/ lengua/ exiliada de tu nuca? [...]

¿así me hiciste sombra tuya de otro cuerpo, me

diste tu pezón/ campo violeta/ donde pacía un temblor?

 

Y el cuerpo imposible porque presente, nunca recobrado, porque desaparecido, el del hijo:

cuerpo que me temblás entrado al alma/

frío que me enfriás/ manito tuya

manando sombra/ sombra/ sombra/ sombra

¿paro tu deshacerte en algún lado?/

 

2

 

Su poesía está, además, inscrita en la historia de la poesía, es una poesía que escarba en la tradición, una tradición múltiple, la de la propia lengua, la clásica, una poesía que habla también con la voz de una cultura que habría de desaparecer con la expulsión de los judíos de España, es la poesía sefaradí, escrita en ladino, en la tradición de las jarchas, la de su libro Dibaxu (1992), en donde dialoga con las dos lenguas, la actual, la suya, y la de los ladinos: "lu qui a mi dates/ es avla que timbla/ nila manu dil tempu/ aviarta para bever", o en su español: "lo que me diste/ es palabra que tiembla/ en la mano del tiempo/ abierta para beber..." Pero también la del muy clásico y maravilloso Quevedo, ese poeta no muy amigo de los cristianos viejos, cuando al intitular Gelman la antología antes citada usa como epígrafe un cuarteto de uno de sus sonetos y un verso del mismo poema le sirve para titular el libro, "En el hoy y mañana y ayer". Y está allí la otra poesía clásica, la de los poetas místicos de muy improbable limpieza de sangre, San Juan, Santa Teresa, algunos de los poetas que comenta y recrea en sus libros Comentarios y Citas, de los que a la vez cito su diálogo con la santa:

fiesta de vos/ o goce de este gozo

de alegría/ donde pena es callar/

buena locura de gritarte por

las calles de la mundo/ revelarte

manifestarte/

 

O con el santo, san Juan:

 

 

fuego que limpia en amor la alma

y la transforma en limpio amor/

echa llama además de arder

como palito que se extiende

 

Imágenes éstas usadas también para designar a una amada:

 

 

esa mujer que ahora mismito se parece a santa teresa

en el revés de un éxtasis/

 

Y otras palabras visitadas, las de los judíos judíos, los españoles que vivieron en España antes de ser expulsados de su tierra, Yehuda Halevy, Samuel Hanagid, Abraham Abulafia, Emanuel de Roma, Eliezer Ben Jonan:

el dedo que escribió en mi sangre/ y separó mi sangre de su tinta/

/dijo que el nombre de mi alma es sangre

 

En el lenguaje de la infancia se entrecruzan varios lenguajes, los lenguajes inmigrantes -el de los padres, judíos venidos desde Ucrania hasta Buenos Aires, donde nace Gelman en 1930-, el lenguaje coloquial, la libre traducción (ha traducido Hamlet al lunfardo), el comentario, los heterónimos, el pastiche, la tradición norteamericana de los epitafios a la Lee Master, los posibles lenguajes de los amigos desaparecidos por la represión, el lenguaje y la ortografía infantiles.

Una poesía que encarna en la metáfora inestable de lo inaccesible y con todo se hace cuerpo, reitero: ¿no demuestra esta tarea imposible cuando en su libro Comentarios, escrito en el exilio entre 1978 y 1979, y dedicado curiosamente "a mi país", retoma como punto de partida de sus poemas la poesía mística, la de Santa Teresa, la de San Juan de la Cruz, dos escritores sospechosos, de sangre impura? Es una poesía amorosa, él mismo lo declara, es también una poesía política, una poesía que en el exilio recrea las raíces.

El erotismo es un cuerpo que se escamotea a la materialidad aunque parta de ella, o mejor es un cuerpo sobre el que se construye la poesía. Es por eso algo concreto, algo tangible, pero a la vez un cuerpo inexistente .

 

3

Como Celan que transitó por varias lenguas y que fue poeta sólo en una, Gelman transita de una tradición poética a otra y crea un lenguaje personal, trabajado duramente, libro tras libro; un lenguaje poético inequívocamente suyo, un lenguaje que, técnica y superficialmente, consistiría en una ausencia de puntuación; en la proliferación de barras diagonales que cesuran, cercenan lo que ya de suyo está escindido; en la profusión de interrogantes que nunca logran colmar el vacío; en la aparición de neologismos -intentan expresar lo que de otra forma no podría ser dicho-; en la minuciosa repetición de ciertas palabras relacionadas con el cuerpo y sus excrecencias, sus huesos, su sangre, sus jugos; palabras que muchas veces traen ecos de César Vallejo, de Oliverio Girondo; en la desaparición de mayúsculas que deshacen cualquier intento de epicidad: ya no hay héroes, hay desaparecidos; la palabra política, nunca politizada; la feminización de los vocablos y los actos; el uso del diminutivo, introducido en el lenguaje poético: convoca la ternura, la compasión, la infancia, la felicidad y, todavía, sí, todavía, la belleza.

 

4

Juan Gelman abre las páginas de su antología En el hoy y mañana y ayer, editada por la UNAM a principios del 2000, con estas palabras:

 

 

Las maravillas y miserias del amor. Sus oscuros fulgores, sus catástrofes. Caminar por el filo de la pérdida. Dar lo que no se tiene. Recibir lo que no se da. El amor a la poesía, a la madre, a la mujer, a los hijos, a los compañeros que cayeron por una esperanza, a la belleza todavía de este mundo. Como cualquier hombre, amé y amo todo eso. Algo de todo eso tal vez tiemble en los poemas que siguen, escritos a lo largo de 40 años. La muerte me enseñó que no se muere de amor. Se vive de amor.

 

 

5

En 1961 entrevistaron a Celan acerca del bilingüismo. Él que traducía de diversas lenguas y hacía que todos los poetas se convirtieran en Paul Celan, él que nació en una región europea, la Bukovina, hoy Rumania, donde por lo menos se hablaban cuatro lenguas además del yiddish.

Celan responde: "No creo en el bilingüismo de la poesía. La poesía es la unidad en tanto que destino del lenguaje. No puede ser, y que se me perdone esta verdad banal, ahora que la poesía, como la verdad, se pierde demasiado en la banalidad. La poesía, repito, sólo puede existir en la unidad."

Y en otra ocasión complementa: "Sólo en la lengua materna se puede decir la verdad. En una lengua extranjera el poeta miente."

Hay una experiencia de la lengua que presupone un conocimiento intuitivo de las palabras, una lengua hecha de varios lenguajes, la que se transmite diariamente en la vida cotidiana. Pero hay otra experiencia de la lengua en la que el hombre está totalmente desprovisto de palabras frente a su propio lenguaje -diría, quizá en mi versión, Giorgio Agamben.

Esta lengua para la que nos faltan las palabras y deben encontrarse, aun a costa de la vida, es la lengua poética, la lengua de Celan, la de Vallejo, la de Quevedo, la de Santa Teresa, la de San Juan, y, obviamente, la de Juan Gelman.

Esta vana promesa de un sentido de la lengua y de su destino, es decir de su gramática y de su tradición. El poeta es el niño que recoge piadosamente esta promesa, y elige el juego de la verdad sin ocultarse que ésta es vana, el niño quiere recordar ese vacío y llenarlo a pesar de todo. Pero ahora, la lengua está delante de él, tan sola y tan librada a sí misma que ya no se impone más de ninguna manera, la lengua, dice Paul Celan, la poesía no se impone ya, se expone.

Margo Glantz, "Juan Gelman", Fractal n° 19, octubre-diciembre, 2000, año 4, volumen V, pp. 53-58.