Yolanda Pantin

La quietud

 

 

Der kleine vampir

 

Aunque sin hambre debo comerme todo
llenar mi estómago de frutas y de pasto
mi sed toda beber las jarras de agua
que me fueran ofrecidas
los refrescos
Debo saciar mi pensamiento
de muchas maneras engordarlo
Darle lumbre al fuego que me alumbra
pollo
las mesas de la casa dispuestas
para el niño que llega sin hambre
Mis fauces tribales quieren carne
mis dientes de leche amoladarse
porque viene el silencio si no
a torturarme.

 

El nudo
(leyendo a Anne Sexton)

 

No
como el nudo
se deshace
y caen
los amantes
de la mano de Dios
en el abismo
sino
cómo se tensa
la cuerda
alrededor del cuello
-lástima del Otro
culpa de sí mismo-
cuando Dios
en su infinita perversidad
rehace el nudo


 

 


A Blanca Varela

 

Quedan brazos cortantes
Supuraciones de la luz

lodo

y el aire totalmente recto
como un cadáver

 

 

The flowers

 

Qué estéril luz

nada florece en la costra del aire

 

 

 

Una especie de vacío

 

La imagen se avenía
con pasmosa realidad

Pensé: es la montaña
que nunca había mirado

Como esa mañana
cuando el perfil me sorprendió

su inmanencia

Ahora no me importa
porque me he vaciado

Sin embargo echo en falta
la intensidad de mis efectos

Siento un vacío
una especie de vacío

aún en la luz

iridiscencia

-malvas naranjas-

de la inaprehensible realidad

 

 

 

Como un incendio de paredes altas

 

Esta escritura te resulta extraña
No así el poema que una vez leíste
Y que visiblemente te conmovió
El amigo de tu hermano va a morir pronto
Pero anoche recordaste estos versos de Ritsos

-Si la poesía no es consuelo entonces
No esperes misericordia en ninguna parte

 

 

Yolanda Pantin,"La quietud", Fractal n° 5, abril-junio, 1997, año 2, volumen II, pp. 75-80.