Samuel Gordon
Estéticas de la brevedad
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E stribillos de cancioneros populares, coplas, endechas, redondillas, seguidillas, serranillas, villancicos y la mayor parte de las formas conocidas como de arte menor se cuentan, sin duda, entre los principales antecedentes de una estética de la brevedad en la lírica hispánica. Sin embargo, lo que aquí buscamos indagar se dirige primordialmente hacia dos técnicas poéticas antiguas y diversas, procedentes de la tradición oriental ambas, el haikú y el caligrama –este último desembocaría luego en la poesía figurativa o concreta y en otras formas de la también llamada “escritura en libertad”–, que acabarían combinándose en distintas búsquedas experimentales de la poesía latinoamericana desde el periodo finisecular del XIX, pasando por el modernismo y la vanguardia, hasta lograr fórmulas renovadoras para vivificar la expresión poética, obteniendo, en el caso mexicano, interesantes resultados en no pocas de sus formas breves más recientes. La existencia de obras totalizadoras y monumentales sobre ambos géneros, a cuyas páginas remitimos al lector,1 nos exime de toda ampliación en la materia. No se trata de agregar aquí un inciso más a la biblio-hemerografía que ha seguido y perseguido la trayectoria mexicana del haikú o la tanka2, expresiones que han merecido algunos estudios monográficos, e incluso, parcialmente, tesis de doctorado en el extranjero3 . Nos proponemos indagar en los márgenes de algunas interrogantes estéticas desprendidas de las obras de aquellos creadores que practicaron o practican formas breves derivadas de estos paradigmas. El haikú , conocido también como hokku o haikai , es la forma poética japonesa que constituyó originalmente la sección inaugural (de ahí la denominación hokku , “obertura”) de la renga4. Tomó forma entre los siglos XIII y XIV como una secuencia versual que alternaba hasta cincuenta veces estrofas, ya fueran de tres o dos versos con cinco, siete y cinco o siete y siete sílabas respectivamente. El nombre haikú deriva de la variedad de renga conocida como haikai (que significa “humorístico”). Los poetas que practicaron el haikai, principalmente Matsuo Bashô (seudónimo de Matsuo Munefusa, 1644-1694 ) y Kobayashi Issa (seudónimo de Kobayashi Nobuyuki, 1763-1828 ), rechazaron la dicción poética engolada y el lirismo imperantes en la poesía cortesana de la renga ortodoxa –que en occidente se considera clásica–, y prefirieron introducir rasgos de humor en su descripción de lo mundano. Si bien los hokku se escribían de manera ya más o menos independiente desde el siglo XVI, no se separaron completamente de la renga hasta finales del siglo XIX. Por ese entonces, devinieron una forma autónoma debido principalmente al movimiento reformador encabezado por Masaoka Shiki ( 1867–1902 ). Hacia principios del siglo XX el haikú5 empezó a llamar la atención de los poetas occidentales. Ya desde antes –a partir de la exposición de arte japonés de 1841–, los franceses se interesaron profundamente por la cultura nipona y se contaron entre los primeros que trataron de adoptar la forma denominándola haikai . En 1871 Leon de Rosny publicó su Anthologie Japonaise y en 1885 Judith Gautier sus Poèmes de la Libèllule , libro con el que culmina el periodo de asimilación de la nueva forma y comienza la escritura del haikú en francés. En las décadas siguientes, en virtud de la influencia de los propios franceses, un buen número de poetas en Inglaterra, los Estados Unidos, algunos países de América Latina, entre otros, ensayaron el uso de la forma escribiendo breves poemas en tres líneas de cinco, siete y cinco sílabas. En muy pocos casos, fue más allá de la pura experimentación. También el imaginismo,6 movimiento literario vinculado de algún modo al haikú, produjo la técnica que Ezra Pound denominó “superposición” la cual ejerció una influencia considerable en la poesía de su tiempo, más que nada, reduciendo la farragosa y ya por entonces insoportable discursividad de buena parte de la poesía occidental. El poeta mexicano José Juan Tablada ( 1871-1945 ), uno de los primeros en adoptar esta modalidad técnica en Hispanoamérica, considerado modernista “extremoso” o vanguardista “incipiente” o “prematuro”, según se prefiera, colaborador de la Revista Azul y la Revista Moderna , afirmaba haber visitado el Japón durante casi todo el año 1900 . Esa presunta estancia pareciera haber modificado sustancialmente su visión poética. Tablada, quien habría emprendido su controvertido viaje al Japón gracias a la eventual generosidad del millonario Jesús Luján y que alegaba haber regresado “antes de lo esperado”,7 sacó a la luz –con parecido espíritu– su propio manojo de “japonerías” poéticas, entre ellas “Japón”:
. O también: .
Japón con su arte y su artesanía, ejerció una gran influencia en el art nouveau inglés,8 convirtiéndose en poco tiempo en un ineludible leitmotiv que se propagó rápidamente por el resto de Europa. Fue uno de los más frecuentes dentro de los “exotismos” modernistas, y reapareció, entre los mexicanos, además de Tablada en Efrén Rebolledo ( 1877-1929 ), quien también visitó Japón, aunque éste en carácter de diplomático.9 Entre los resultados literarios más visibles se cuentan sus Rimas japonesas y varias novelas exóticas como Nikko, Hojas de bambú y otras.10 Regresemos al Tablada probable viajero en Japón quien envió crónicas desde diversos lugares con el título general de En el País del Sol , así como versos propios y de autores japoneses. Tradujo utas11 y dio a conocer sus primeros haikús en su libro Un día (publicado en Caracas en 1919 ), llamándolos con los términos ya mencionados, y que adoptaría la temprana vanguardia. Su segunda serie apareció en Un jarro de flores (Nueva York, 1922 ).12 .
. En su afán de novedad, experimentó con el verso: la renovación formal consecuente se tradujo en un apego a las esencias que menospreciaba las exuberancias y abundamientos verbales. Su pasión extrema por la forma convirtió a su poesía en escuela y testimonio a la vez. Poemas como “Ja, ja, ja” y “Nocturno alterno” pueden considerarse como antecedentes de varias manifestaciones posteriores de la poesía mexicana. Al acercarse el triunfo revolucionario, Tablada, quien había colaborado con el gobierno porfirista, se fue prudentemente a un París en plena renovación estética. Sabemos que allí leyó a los poetas japoneses en la recién aparecida antología de Michel Revon y envió a Revista de Revistas las crónicas de Los días y las noches de París . A fines de 1912 fue nombrado jefe de redacción de El Imparcial . Debido a un nuevo dislate político –su defensa de Huerta–, los zapatistas arrasaron su casa y prendieron fuego a sus manuscritos, entre ellos su novela La nao de China . Todavía antes de huir de México se dio tiempo para presentar a un joven poeta desconocido, Ramón López Velarde ( 1888-1921 ), a los lectores de El Mundo Ilustrado.14 Para comprender la vastedad y alcances de las nuevas concepciones poéticas de Tablada hay que hacer especial hincapié en su estancia parisina entre 1911 y 1912 así como su posterior permanencia en Nueva York entre 1914 y 1918.15 Sus contribuciones bien pueden sintetizarse como una constante búsqueda del cambio.16 Lo resume muy bien su paisana Esther Hernández Palacios:
La moda del haikú que importó a México comenzó a extender, casi de inmediato, su influencia sobre algunos jóvenes de la naciente vanguardia mexicana. Una cascada de seguidores, imitadores y simples experimentadores comenzaron a incursionar en la práctica de la concisión. Manuel Maples Arce ( 1898-1981 ), otro vanguardista mexicano en quien prendió el japonismo, cuando menos en sus inquietudes ensayísticas, trazó una sobria trayectoria de las influencias de la poesía japonesa en Europa occidental, primero, y en México, poco después:
Xavier Villaurrutia ( 1903-1950 ), intrigado por estos ensayos de la brevedad que irrumpían con fuerza, aportó sus “epigramas de Boston” y un par de “epitafios”. He aquí muestras de los primeros:
Y un “epitafio” de colofón:
Jaime Torres Bodet ( 1903-1974 ), en su libro Biombo, de 1925 , agrega su contribución a los exotismos en boga, este poemario se encuentra lleno de bambúes, quimonos, cuentos orientales, opio, cerezos, crisantemos, porcelana y todo lo demás. El autor ensaya la brevedad a la manera del haikú –a pesar de que hay aquí una fuerte presencia de cantares y romancillos a la manera tradicional peninsular– sus cuasi haikús no siempre arrojan un conteo silábico estricto sino, más bien, se hallan apegados al concepto de los “tres versos escuetos”.
También Carlos Pellicer (1897-1977) escribió bajo principios similares sus “exágonos” publicados en 1941 , una especie de haikús “dobles”, de seis líneas, de allí su nombre. Nótese que en el título se insinúa la representación de una figura geométrica –presumiblemente bajo una intersección conceptual caligramática. En esos poemas pellicerianos la vanguardia ya estaba firmemente instalada, sin rastro temático alguno –aunque sí formal– de exotismos japónicos o chinescos. Veamos primero el “Exágono VI ”, que contiene elementos típicos vanguardistas:
Más aún, una carcajada poética, destructora de los últimos resabios románticos y modernistas, asoma claramente en su “Exágono XXI ”:
Lo importante aquí es el cultivo de la brevedad instalada ya como ideal estético –no sólo aceptada sino– promovida por la vanguardia.20 Ello proviene de su “maestro” Tablada con quien compartió una estancia en Colombia. En la obra temprana de Octavio Paz (1914-1998), aparece un cuadernillo de 1955 titulado Piedras sueltas, que reúne dos docenas de brevísimos poemas, el cual forma parte de Libertad bajo palabra , libro que compila su producción entre los años de 1935 y 1957 . Estos poemas se inscriben totalmente en las tendencias estéticas que venimos examinando. Veamos tres muestras:
Paz, con inmensa curiosidad en torno a la literatura oriental, sobre todo después de su permanencia en Nueva Delhi y sus viajes al Japón, abrevia significativamente mucha de su producción posterior. Aunque comparten el año de nacimiento, en el caso de Efraín Huerta (1914-1982) –antípoda de Paz en casi todo– la estética de lo breve arribó a su poesía tardíamente. Sus Poemínimos se publicaron reunidos, por vez primera en 1980 y, de forma completa, en 1999; parece que comenzaron a escribirse hacia 1967. Más que en muchas otras propuestas de la concisión, aquí asoma el humor por sobre otras características:
Un poeta que prefirió, desde siempre, la cortedad, es el yucateco Raúl Renán ( 1928 ). Privilegió lo sucinto y casi lacónico a cualquier forma de incontinencia verbal. Del haikú al epigrama y los aforismos practicó numerosas estéticas de la reconcentración. A partir del primero de sus libros, Lámparas oscuras , publicado en 1976 cuando Renán tenía ya cuarenta y ocho años, compuesto por treinta haikús y tres tankas, con su “obertura” a modo de pórtico, dedicada a Matsuo Bashô, dejó en claro la incidencia de esta forma poética en su propio quehacer:
Desde el inicio de su labor Renán agrega al humor jocundo y la carcajada alegre, una pizca de desenfado y, naturalmente, muchas más de erotismo. Veamos tres ejemplos de este poemario:
Nacido un año más tarde en la capital, Eduardo Lizalde ( 1929 ) se sitúa en la brevedad a partir de su producción inicial. Transcribimos aquí dos de los catorce “Poemas microscópicos” de aquella escritura temprana de Lizalde:
En un texto autobiográfico tardío Lizalde se refiere a estos poemas microscópicos como “desangelados haikais”, que conservó “sólo porque fueron [su] primera publicación (1949)”. 23 Muchos años más tarde, en 1995, el francés Pierre Garnier elaboraría un sencillo caligrama rectangular con el texto “ XXI è. Siècle: le Poème devient microscopique”. Gabriel Zaid ( 1934 ), nacido en la siguiente década, muestra también propensión a la práctica breve y reconcentrada.
Ya más cercano a los tiempos y promociones más inmediatos, el poeta veracruzano Francisco Hernández ( 1946 ), oriundo de San Andrés Tuxtla, Veracruz, propuso una serie de brevísimas “Postales” algunas de las cuales no podemos soslayar aquí:
Una propuesta que reúne los dos pasajes iniciáticos obligados para casi todos los poetas es la del libro de José Antonio Jacobo Tinoco, (Morelia, Michoacán, 1964 ) con forma doble el autor denomina Haik-sonetos . Consiste en disponer la escueta textualidad en lo que califica como “ biforma ”. Ciertamente en el caso de los sonetos se trata de una abreviación excesiva no siempre atingente para continuar percibiendo como “microsoneto” a algo que carece ya de muchos de los principios irrenunciables del mismo. La distribución en la página, como veremos seguidamente, despliega los versos como haikú tradicional y luego, en catorce brevísimos “microversos” de una sola palabra cada uno pasa a disponer lo que fue haikú en un “microsoneto” Algunos ejemplos:
Nacido en San Francisco, en los Estados Unidos, Raúl Aguilera ( 1966 ) ha vivido siempre en México. Dentro de su actividad poética ha dado singular énfasis a los epigramas y a unas propuestas de mínima extensión que él denomina Larvas y que ha reunido en alguno que otro Larvario . Aquí, unas escuetas muestras de sus “Proverbios Larvarios”: ... LA PAJA que desea al incendio y sus lentas caricias. LOS OJOS , cicatrices que la mano de la luz deja sobre nuestras caras. ... Si mis costillas dejaran de asir mi corazón. De la capital de la república, donde nació en 1974, Jorge Gutiérrez Martínez abandonó su profesión de abogado para emprender una maestría en letras y proseguir una trayectoria literaria. He aquí algunos haikús recientes, del pasado año de 2003 :
Las tendencias temáticas al exotismo oriental iniciadas en el romanticismo tardío y que acabarían por imponerse a lo largo del modernismo, dejaron su lugar a transformaciones estructurales que modificarían profundamente la poesía de occidente. El Japón que durante el temprano periodo Meiji abrió por primera vez sus puertas a la influencia literaria de occidente, revirtió poco después la dirección del tránsito cultural, contribuyendo, a su vez, con el desarrollo de varias de las más importantes características del arte de la temprana vanguardia: la brevedad, el humor y un tratamiento más ceñido de los temas. Así como en siglos anteriores la perfección, sonora y formal, del soneto ofrecía un desafío en la trayectoria de cualquier poeta –para algunos constituía un paso de principiante rápidamente abandonado, en otros, una obsesión que perduraba por mayor o menor tiempo, hubo quienes lo consideraron merecedor de una escasa atención pasajera y, por último, aquellos que llegaron a él después de largo tránsito por otras formas–, en tiempos más recientes, los haikús parecen cumplir igual ámbito de pasaje obligado para cualquier aprendiz o aún maestro del oficio. Todos los derivados de la condensada fórmula japonesa, sean epitafios, exágonos, poemínimos, microscópicos, postales, larvas, biformas y hasta los propios haikús parecen haber ofrecido un trasvase posible merced a su perfecta adaptación silábica y conceptual a la lengua española. Caligramas, Grafismos, Poesía Visual o Experimental Vayamos ahora a la otra vertiente. Aunque también oriental en sus orígenes, la poesía caligramática –término inventado por Guillaume Apollinaire– 25 parece haberse utilizado por primera vez en occidente entre los poetas bucólicos griegos, particularmente suele insistirse en la obra de Simias de Rodas, escrita hacia el siglo IV a. C. y, en menor grado, en la de Dosiadas de Creta. Algunos poetas y críticos la consideran en la actualidad, una forma de las artes gráficas ya que emplea tanto grafemas como selecciones o composiciones tipográficas para formar sus morfemas, palabras o frases; otros, más apegados a su antigua tradición los contemplan, a la manera clásica, como “poemas figurados”. Nótese: grafemas antes que o más que fonemas. Su disposición dibuja en la página el objeto aproximado que le sirve de base referencial y es, por tanto, un poema para ser leído , no para ser recitado u oído. Esta poesía, que conoció diversas afloraciones a lo largo de los siglos tanto en la época bizantina como en el Renacimiento y los siglos subsiguientes hasta el XIX , aunque originalmente lírica –ha devenido en no pocas ocasiones concreta y hasta autoreferencial como veremos con Jesús Arellano y otros–, suele seguir los más variados diseños geométricos para representar objetos físicos o sugerir acciones, movimientos, estados de ánimo o algún sentimiento en particular. Con el decaimiento de la épica clásica, los cantos heroicos perdieron el interés de los rapsodas. Calímaco insurgió entonces contra la tradición imperante. Esta rebelión y los consiguientes cambios recuerdan, en mucho, el tono e intenciones de las primeras vanguardias: Odio el poema extenso y no me complace el camino
Abomino el amor demasiado frecuentado y no bebo
¿No sería éste un perfecto ejemplo de manifiesto vanguardista avant la lettre ? Algunas de las más tempranas antologías de poesía griega difundieron su uso en occidente. Hacia el siglo XVI comenzó a reaparecer en la literatura inglesa este tipo de poemas; tal es caso de The Arte of English Poesie de 1589 y de George Herbert Easter Wings uno de los más conocidos y citados ejemplos. Cabría agregar que Herbert continuaba así una tradición que la lengua inglesa traía desde el medioevo. Ciertos textos presentados en forma de cruz eran comunes, desde antiguo, en la literatura litúrgica. 27 Continuando con esa vena de experimentación en la lengua inglesa, Dylan Thomas (1914-1953), en su serie Vision and Prayer presentó el siguiente romboide que cotejaremos más adelante con un caligrama chileno: Who Are you Who is born In the next room So loud to my own That I can hear the womb Opening and the dark run Over the ghost and the dropped son Behind the wall thin as a wren's bone? In the birth bloody room unknown To the bur and turn of time And the heart print of man Bows no baptism But dark alone Blessing on The wild Child Todos sabemos hoy que las preguntas acerca del renacimiento de los problemas de espacialidad en la estructuración poética recomenzaron seriamente en la poesía moderna a partir de la propuesta que publicó Stéphane Mallarmé ( 1842-1898 ) un año antes de su muerte, cuando dio a la imprenta su célebre “Tiro de dados” en la revista Cosmopolis en mayo de 1897 . En el prefacio que preparó el poeta para aquella publicación inicial leemos:
Sin embargo, aunque la línea primordial seguida por Mallarmé proviene aún de la tradicional tensión entre sonido y sentido, de aquella primigenia intersección que amalgamó durante siglos palabra y música, de las oposiciones binarias y las alternancias entre sonido y silencio –acercándose a las instrucciones de una partitura en papel pentagramado; la espacialidad, sin que el poeta adquiera plena conciencia de los alcances de su propuesta, recobra aquí gran parte de la vieja-renovada primacía. Hay quienes consideran “caligramática” su disposición sobre el papel, mediante los blancos “activos” y los diferentes tamaños tipográficos para su poema inaugural “Un coup de dés jamais n'abolirá le hasard” . Veamos un ejemplo de su poema: . . Aunque hay transgresiones en el espacio de las hojas –como la supresión de divisorias entre páginas– con claras intenciones visuales, se trata –repetimos que sin total lucidez de los alcances en la percepción de su autor– del precedente más cercano de lo que veremos a continuación. Debemos encaminarnos hacia las propuestas de Guillaume Apollinaire y su publicación en 1913 de “La antitradición futurista”, el “manifiesto síntesis” que prefiguraba, ahora sí de modo evidente, las disposiciones tipográfícas de los calligrammes a los que nos acostumbraría más tarde. 29 Uno de sus más lúcidos exégetas y traductores lo sintetiza muy bien:
Más explícito –y de primera mano– es el texto del propio Apollinaire en una carta que dirigió a su amigo André Billy para agradecerle una reseña y que encabeza el “Prefacio” a la edición de sus Caligrammes bajo el sello de Gallimard:
En tanto nos sesgamos hacia la tradición mexicana, quizá valga la pena traer a colación en este punto una mención digresiva que puede constituir un útil pivote entre las influencias orientales, el trasvase del haikú a las letras de occidente y la transición lúdica del modernismo a la vanguardia junto a las primeras apariciones caligramáticas en nuestra lengua, el recordado “Triángulo armónico” de las Japonerías de estío , incluidas por Vicente Huidobro ( 1893-1948 ) en una de sus colecciones que más pleitesía poética y genuflexiones estilísticas, rindió a Rubén Darío ( 1867-1916 ): Canciones en la noche , el cual se inscribió totalmente en la moda de los japonismos “exóticos” de la época, a la manera modernista, pero en el que propuso, también, una segunda posibilidad, la del caligrama, mediante una lectura “armónica” que comienza por el primer verso, sigue por el último, después el segundo, luego el penúltimo, así alternadamente, hasta agotar los versos del poema en el central, ello continuando con la ruptura versual y con la disposición espacial hacia la que apuntaron tanto Mallarmé como Apollinaire: Thesa La bella Gentil princesa Es una blanca estrella Es una estrella japonesa. Thesa es la más divina flor de Kioto Y cuando pasa triunfante en su palanquín Parece un tierno lirio, parece un pálido loto Arrancado una tarde de estío del imperial jardín. Todos la adoran como a una diosa, todos hasta el Mikado Pero ella cruza por entre todos indiferente De nadie se sabe que haya su amor logrado Y siempre está risueña, está sonriente. Es una Ofelia japonesa Que a las flores amante Loca y traviesa Triunfante Besa. 32 . Los primeros intentos de algo similar en México parecen haberse dado, según la información con que contamos hasta el momento, en el siglo XVI cuando era aún Nueva España, con los carmina figurata de Cristóbal Cabrera (¿1515?-1598), quien llegó a la colonia entre 1531 y 1533 . Los textos que sobrevivieron se encuentran parte en la Biblioteca Vaticana y parte en la Nacional de Madrid. 33 Aunque algunos poemas fueron escritos en México, el hecho de estar en latín, producidos por un peninsular con escasísima residencia difícilmente nos permita considerarlos de manera cabal como antecedentes indubitables. Por su escaso tránsito, quizá debieran inscribirse en la literatura virreinal española, pero esto queda para elucidarse en un futuro. Habrían de pasar doscientos años hasta que Mariana Navarro, en el siglo XVIII , dedicara unas “Décimas acrósticas” a Fernando VI, en forma de refulgente sol, que acaso, con los años, devengan el precedente real de nuestros rastreos, cuando menos durante el periodo de la Colonia: El siempre incansable y experimental Tablada parece haber sido el reintroductor, en nuestra poesía moderna, de estas modalidades. En su libro Li-Po y otros poemas publicado en Caracas en 1920 , y bajo la advocación de Mallarmé cuyo texto, a modo de epígrafe, introduce sus búsquedas, da a conocer una amplia y versátil gama de poemas ideográficos como él mismo los denomina. Un caligrama particularmente “extraño” no por su factura sino por su proveniencia y contexto es el que presentamos a continuación, elaborado por Diego Rivera para estimular y promover al movimiento estridentista encabezado por Manuel Maples Arce, a quien destaca de manera singular en su propuesta. Hemos repasado algo de los Contemporáneos en sus incursiones por los territorios de la cortedad pero, hasta donde sabemos hoy, no intentaron mayormente la escritura caligramática. Los Estridentistas, en cambio, sí experimentaron con teclas hasta entonces intocadas de la máquina de escribir, signos de “+”, “=” y otros tantos, así como con caligramas armados mediante el mismo instrumento. Aunque escasamente difundidos, los poemas y ciertos fragmentos de prosa que contenían estas formas mediante hibridación, queda como ejemplo visible el caligrama incluido en la novela La Señorita Etcétera de 1922, de Arqueles Vela, con el anuncio de un crucero del ferrocarril. . En un libro de 1968 , Topoemas , escrito a lo largo de sus funciones diplomáticas en la India, Octavio Paz experimenta con seis grafismos que se cuentan entre los menos ingeniosos y atractivos de la tradición mexicana, una cultura en la cual la belleza y singularidad plásticas han imperado, casi siempre, por sobre las restantes manifestaciones artísticas. En otro libro, Vuelta , en que reunió su producción de los años 1969 a 1975 , aparecen las restantes propuestas gráficas de Paz. Damos aquí algunos ejemplos: . . Por lo que respecta a su aceptación y consideración de estos experimentalismos, en su compilación para Seix-Barral de Obra poética. ( 1935-1988 ), Paz reflexionaba que “después de muchas dudas decidí incluir Topoemas . Me pareció que valía la pena recoger esa experiencia. Tuve la intención de añadir una sección compuesta por Renga (poema colectivo en cuatro idiomas) y por mis traducciones de poesía” [p. 12 ]. A medida que la tipografía “en frío” de las máquinas de composición electrónica fueron sustituyendo las viejas técnicas “en caliente” sobre antimonio producida por linotipos u otros similares, sobre todo multiplicando las posibilidades de estructuración espacial, proliferaron y se diversificaron las búsquedas. Cuando el poeta es, a su vez, tipógrafo conocedor de las artes gráficas, sus propuestas, resultan sin duda, más sofisticadas y atractivas visualmente. . . Es bueno recordar aquí someramente algunos de los “Poelectrones” de Jesús Arellano ( 1923-1979) reunidos en su edición de El canto del gallo dado a la imprenta bajo el sello de revista que había comandado, Metáfora, en 1972.34 Allí reunió grafismos –denominados por él poelectrones– que había publicado con anterioridad en diversas revistas periódicas como Oposición , Revista de Bellas Artes, Revista Mexicana de Cultura y otras. Un texto que conviene a la contextualización de estos poemas es el que encabeza su libro bajo el título de
Aquí el texto ya estructurado por la composer IBM : . Se trata, excepcionalmente en este tipo de poemas, de un texto autoreferencial que describe el proceso de gestación a partir de las instrucciones del teclado. La maestría tipográfica de Arellano, le permitió producir algunas de las mejores propuestas visuales en esta poesía en toda la tradición mexicana. Veamos los dos ejemplos siguientes: . . . . Cuando dos años más tarde, en 1974 , Marco Antonio Montes de Oca, uno de los mejores y menos conocidos poetas mexicanos nacido en 1932 , publicó Lugares donde el espacio cicatriza, escribió uno de los textos introductorios más lúcidos en México sobre este tipo de poesía, titulado “Escritura Gratuita”: .
Las propuestas de Montes de Oca despliegan un poema visual en la página par y un breve texto sobre el mismo en la página impar confrontada. Conozcamos algunos ejemplos: . Heterónimo de Víctor Toledo ( 1957 ), cuyo nombre civil completo es Víctor Manuel Contreras Toledo, nacido en Córdoba, Veracruz. Más que culto, poeta erudito, Contreras es conocido traductor del ruso e impulsor decidido de la poesía experimental. . . El pentagrama de los papeles pautados para la música ha sido uno de los motivos y fórmulas más recurrentes en la poesía caligramática o experimental de los últimos sesenta años. Esta propuesta de Víctor Toledo recuerda mucho algunos trabajos del artista checo Pavel Rudolf, del belga Luce Flerens y de la italiana Fernanda Fedi sólo que, en este caso, resulta mejor lograda la aportación del veracruzano. . Damos también a conocer tres “rosagramas” de su serie inicial de diez que firma, estos sí, como Manuel Contreras: . Entre los más jóvenes, menores de treinta años, es imprescindible mencionar a José Alfredo Nava Hernández, del Distrito Federal, quien además de excelente dibujante es, a la vez, experto en computación. Se trata de un joven intrigado por las posibilidades que brinda la intersección de la computadora con la ilustración tradicional. Incluimos algunas muestras de su trabajo para cerrar con las experimentaciones más recientes de los jóvenes. . En el breve marco de estas notas hemos buscado recordar dos de los más distantes e importantes trasvases culturales que contribuyeron, sin duda de manera harto significativa, a abreviar una literatura hasta entonces discursiva, farragosa y altisonante, que largos siglos de abusos e inmoderaciones acabaron por deteriorar. Pero ¿cómo juzgar la calidad estética de esta poesía? Me refiero a la poesía visual “experimental” incluyendo las diversas modalidades de grafismos, caligramas, topoemas, poelectrones, carmina figurata , acrósticos, partituras poéticas, rosagramas y las restantes que aquí repasamos someramente. ¿Cabría cotejar los caligramas de mariposas de la tradición mexicana –existen ya más de diez conocidos– para poder determinar criterios de calidad? ¿Sobre qué bases? Habría que examinar, adicionalmente, muchas de las esferas provenientes de distintos cauces de poesía experimental tales como la permutacional, la verbofónica, la visiva, la espacialista, la signista. . .También las propuestas cibernéticas adquieren nuevas perspectivas con los libros electrónicos en discos compactos. La reunión de imágenes y palabras más que “ilustrar” unas a otras como antaño, confluyen en nuevas propuestas visuales y escriturales pero, por lo pronto, disfrutemos de la brevedad y concisión con que se ha beneficiado la poesía mexicana merced a estas operaciones e intersecciones que, desde finales del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX han ido podando, de manera lenta pero inmisericorde, los excesos y oropeles que pretendieron pasar como poesía, no siendo más que vulgares e innecesarios aditamentos decorativos. En 1996 tuvo lugar en el Ala Sur del Vestíbulo Principal del Palacio Legislativo de San Lázaro, entre el 24 de septiembre y el 4 de octubre, la celebración en México de la Quinta Bienal Internacional de Poesía Visual / Experimental; reafirmando para el país de los códices y los tlacuilos una tendencia que, seguramente, no se extinguirá fácilmente. La vieja discusión –hoy por fortuna muy amenguada– acerca de la dicotomía entre “fondo” y “forma” parecería replantearse en torno a estas propuestas de un modo muy diferente en el marco literario. Dejamos en el aire dos interrogantes: se trata de ¿arte poética, arte plástica o arte gráfica? y, por último, la retórica clásica ha clasificado, en muchos casos a esta modalidad en la categoría de los metagrafos , en tanto figura que afecta la forma gráfica del lenguaje poético sin afectar sustancialmente los fonemas. ¿Deberemos aceptarlo así o tenemos mejores propuestas? .NOTAS 1 Véanse los estudios de Reginald Blyth, Haiku (Tokio-Hokuseido, 1949-1952), en cuatro volúmenes, así como su A History of Haiku (Tokio-Hokuseido, 1963-1964), en 2 volúmenes. Sobre los caligramas y la poesía concreta puede consultarse Dick Higgins en su ricamente ilustrado Pattern Poetry. Guide to an Unknown Literature, Nueva York: State University of New York Press, 1987, así como el trabajo de Nicole Marie Moscher, Le texte visualisé: le calligramme de l’époque alexandrine à l’époque cubiste, Nueva York, Peter Lang 1990, 179 pp. 5 En adelante utilizaremos este término por ser el de mayor difusión en nuestra lengua, excepto en citas textuales. Esta afirmación parecería contradecir la que -hace ya varias décadas- expresó Gloria Ceide Echeverría y retomó luego Héctor Valdés en la edición de Tablada, quienes sostuvieron todo lo contrario a mi actual propuesta. El paso de los años parece haber inclinado la balanza a favor de haikú aunque no existe una normativa estricta al respecto. 6 El imaginismo o imagismo –que no tiene una grafía definitivamente aceptada en lengua española– fue un movimiento poético en lengua inglesa originado en dos oleadas: una hacia 1909 y la otra hacia 1912, como lo recuerda John Berryman. Tuvo entre sus iniciadores más destacados a T. E. Hulme, Ezra Pound, Amy Lowell, Hilda Doolittle, Richard Aldington y F. S. Flint. Este movimiento insurgió contra los resabios románticos que aún prevalecían en la poesía. A ello opusieron versos sucintos y ceñidos así como una exigente claridad en las imágenes visuales. 8 Robert Schmutzler, El modernismo (versión castellana de Felipe Ramírez Carro y revisión de Emilio Álvarez), Madrid, Alianza Forma, 1982, p. 17. 13 Sigo a José Juan Tablada, Obras. I Poesía, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1971, p. 421. 14 [Nota introductoria de] José Emilio Pacheco, Antología del Modernismo, [1884-1921] Tomo Segundo, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1970, p. 30. 18 Manuel Maples Arce, Ensayos japoneses, México, Editorial Cultura, 1959, pp. 78-79. 19 Cito por Xavier Villaurrutia, Obras. Poesía / Teatro / Prosas Varias / Crítica, México, Fondo de Cultura Económica, 1966, pp. 87-90. 20 El caso de Pellicer resulta muy significativo puesto que es autor de algunos de los poemas extensos más conocidos de México tales como “Esquemas para una oda tropical” y “Canto del Usumacinta” entre tantos otros. 21 Llama la atención el título de este "poemínimo" y no puedo omitir mencionar la confesión que me trasmitió el poeta chileno Hernán Lavín Cerda de que fue él quien, con una pequeña variante, creó este poema y grande fue su sorpresa al hallarlo un día impreso y firmado por Huerta. 22 Raúl Renán, Lámparas oscuras, México, La Máquina Eléctrica, 1976. 23 Eduardo Lizalde, Autobiografía de un fracaso. (El poeticismo), México, Martín Casillas/Instituto Nacional de Bellas Artes, 1981, p. 52. 25 Wilhelm Albert Wladimir Alexandre Apollinaris de Kostrowitzky quien nació en Roma en 1880 y murió en París en 1918, víctima de la gripe española; es un autor claramente inserto en las letras francesas. Recuérdese su pequeño caligrama de “La petite Tour Eiffel” en contra de los alemanes. 26 Carlos Miralles, El helenismo, Barcelona, Montesinos, 1981, p. 45. 27 Véanse los ejemplos recogidos por Dick Higgins en su ricamente ilustrado Pattern Poetry. Guide to an Unknown Literature, Nueva York: State University of New York Press, 1987, principalmente las páginas 6, 8, 34, 36, 37 y ss. 28 Cito por la versión de Jaime Moreno Villarreal publicada en la revista Poesía y Poética de la Universidad Iberoamericana, núm. 31, correspondiente al otoño de 1998, pp. 75-76. 29 Enrique Caracciolo Trejo, La poesía de Vicente Huidobro y la vanguardia, Madrid, Gredos, 1974, pp. 15 y ss. 31 Michel Butor, “Préface” a Guillaume Apollinaire, Calligrammes. Poèmes de la paix et de la guerre. (1913-1916), París, Gallimard, 1966, p. 7. 32 Esta colección se editó en la Imprenta Chile en 1913. Véanse los iluminadores comentarios sobre las filiaciones modernistas de estos poemarios de Huidobro en el trabajo de Cecil G. Wood, “Japonerías de estío: Primeras tentativas de una nueva expresión poética”, Revista Iberoamericana, núm. 106–107, vol. XIV, 1979, pp. 57-63. 34 Este volumen habría de reeditarse en la Imprenta Universitaria de la UNAM, bajo su dirección, de manera aumentada, en 1975. 35 Marco Antonio Montes de Oca, Delante de la luz cantan los pájaros. (Poesía 1953-2000), México, Fondo de Cultura Económica, 2000, pp. 543-545. Bibliohemerografía Adicional José Vicente Anaya , Breve destello intenso. (El haiku clásico del Japón), México, Difusión Cultural UNAM , 1992 . Gloria Ceide-Echeverría, El haikaien la lírica mexicana, México, De Andrea, 1967 . Miguel D'Ors, El caligrama de Simmias a Apollinaire, Pamplona, Ediciones de la Universidad de Navarra, 1977 . Ramón Ordaz, Grafismo: Tradición de una modalidad poética , Anzoátegui, Fondo Editorial del Caribe, 1991 . Mario Praz , Mnemosina. Paralelo entre la literatura y las artes visuales, Caracas, Monte Ávila, 1976 . _________ , Mnemossyne: el paralelismo entre la literatura y las artes visuales , Madrid, Taurus, 1979 . Leonard Shlain, The Alphabet versus the Goddess. The Conflict between Word and Image, London, Penguin Press, 1998 . Átsuko Tanabe , El japonismo de José Juan Tablada, México, Coordinación de Letras Modernas y Arte Dramático, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981 .
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