La rienda es este título, la fecha
para llevar los cinco surcos rasos,
el renglón de estreno, la brida, el gancho
que arma espuma, expectativas o grietas;
o es hoy el tutelaje que defiende,
despliega los cosméticos anónimos,
maquilla el puente, finge procesión
de días remisos de grama y farsa.
La vehemencia es el cambio que somete,
el atuendo que obliga al pasadizo,
la muesca que se funde en nuestra túnica
y aleja el estragón de la capilla:
todo es poner la tienda a media cancha
para enfrentar el turno de albas hábiles.
Crucero
Dueña y arca a partir de esta semana,
ecuánime balcón que atiende al año;
nave recubierta aunque no blindada
para ver cómo orienta la llanura:
el mes portátil como buque unánime
que cruza sin anuncios nuestra bóveda,
el puerto en lava seca fraccionable
detrás de la ventana corrediza.
Es el mantel de plástico la vela,
el toldo de mercado de los martes,
la fonda necesaria, el dique firme;
es el cerro que vuelve muy temprano,
la cabecera que después se olvida:
los gallos, los ladridos sin asueto.
Quién oculta la proa de tu nave,
el mástil sin anclas, el fiel sin pesas,
la fibra azul de superficie endeble,
el bauprés irresistible que rompe.
Quién impide que encalles cierto tiempo,
quién bloquea tus formas pasajeras,
el tapanco provisional del centro,
el mediodía sin la rada o predio.
Qué pieza es la faltante en la ensenada,
el magma que soporta el calendario,
la plomería oculta que atraviesa.
No hay forma de drenar la fecha en partes
ni timón que la desvíe del orden:
sólo es región para fingir con válvulas.
Verificaciones
Esta cuenca de puro asbesto crece
sin asa o el cuello para la soga;
es ancha y hunde todo lo que sale,
extiende el guiso en la explanada como
un sol sobre empedrado sin portales.
Es la corrida del jueves que cansa,
las sirenas varadas en los ejes,
el trajín que doma y serena el alma.
El freno es la acrobacia que retiene,
la altura que pospone el desenlace
y acerca el oído a nuevos estanques:
trastos y aromas de otras cartas llegan
como la menta que despierta el ático
o la risa que filtra su recreo.
Desvío
El viaducto es el viernes; es el tramo
que cambia la llegada por salida,
el piso que se eleva y se sostiene,
el desnivel que elude la caseta.
El viernes llega siempre de vicario,
siembra el vergel en la ventana y viste
los estragos de almidón, el estruendo
de vigía y adopta simulacros.
Nadie escapa al engaño que desarma,
seduce la rutina y desentierra
comensales relegados que acampan.
Por eso es hoy sin guardias la parcela,
el territorio pasajero donde
se acopla el huracán a nuestra pieza.
Sábado
Es el rehén de nuevas superficies,
el detector de páramos con humo,
de zanjas, sobremesas y repuestos;
el que saca del orden que encasilla
al casto itinerario, y el que arroja
de la criba y a cambio ofrece atajos:
escuetos privilegios del destierro.
Viene entonces el juego, el ocio justo
que dispersa o arrastra al precipicio.
Mas no habrá salmos ni bautismo ahora,
ni camuflaje que resista el puente.
El precio es el regreso, la aridez
que aguarda con los restos de la fiesta
y la primera abdominal del lunes.
Rampa
Sirvan los sábados para evocar
las rutas navegables, las terrazas
que dan al valle, el manso desayuno
que pone entre los dedos el orégano;
y el domingo resguarde los acentos,
la maquinaria intrusa que perturba
el domador arranque paulatino:
es el servicio que sosiega y cede,
despierta el entusiasmo inofensivo,
embiste los ayunos y desvía
el trote; cambia los vagones, frena;
despoja la armadura y pone en puerta
la afrenta en camisón que hospeda: manos
a la mezcla que enamora y serena.
Feriado
Si no tenemos estación que altere
o mude el heno de septiembre previo
ni el atuendo que muestre nuestros cambios
y es el atrio implacable de la presa
el calendario que nos lleva mudos,
habrá días feriados que retienen,
fijen al vestidor, la fotosíntesis,
la ocasión para anclar sin plomos tardes
en barra de domésticos naufragios,
tracen los puentes para descender
al vicio que libera el arenal
de cómplices atletas que arrebatan
el lunes los regalos, recompensas:
como el tenaz andamio de estas prótesis.
Pablo Mora, "Mecánica doméstica", Fractal n° 16, enero-marzo, 2000, año 4, volumen V, pp. 63-67.