EVGEN BAVCAR

Reimpresiones

 

 

El tiempo

 

 

Detractor infatigable de los instantes que, a veces, yo anhelaría infinitos. Por la noche te transformas en nostalgia de la luz del día, revelada inapelablemente. En la mañana retiras de mis manos el espejo del verano con el que me engañaste en la víspera. Flecha mortal en la duración del cuerpo, suspiro frágil dirigido a la eternidad. Imagen fugitiva a merced de las manos infantiles que creían poder atraparla para siempre.

Eslovenia

Mancha minúscula en los mapas de la Tierra, suspendida bajo los blancos sombreros de los Alpes. Gota de azul prendida a las rocas extenuadas de los siglos. Por momentos, azulinos faros de las pupilas donde espejean las despreocupadas sonrisas del cielo. Canto melancólico de los exiliados en el sueño insatisfecho de la proximidad sustraída. Eslovenia: como las estrellas recogidas en la bolsa de un poeta errante.

 

Infancia

Eres el eco olvidado en la intersección de los destinos, la hoja de castaño espantada por el viento de otoño, el temblor de una golondrina rezagada, el eco de un grito que zumba en las mazmorras del deseo.

Ángeles

Presencia infinita de rostros borrados, mensajeros asiduos de los astros marchitos por la fatiga de una esperanza. Infantes embrujados, ausencias invisibles, lamentadas y desaparecidas palabras cuyo retorno el corazón escruta. Quizá también benévolos espectadores de las contradicciones terrestres, y guardianes de los resplandores disimulados bajo las cenizas de las evidencias demasiado fáciles.

Gaudí

Tu Sagrada Familia sin familia, con las torres solitarias inclinadas sobre el otro siglo, en las manos apartadas del Tiempo. Tú eres la esperanza que reúne las crestas distantes en la duración de una vida, la existencia elevada sobre las llagas de un cuerpo anonadado. Templo sin terminar, suspendido en las nubes aleatorias del mundo. Sagrada Familia: morada precaria de los espacios infinitos semejantes a las manos temblorosas del maestro que toman como punto de mira el sol tras los horizontes de los imposibles. Sagrada Familia: último refugio de los huérfanos, de los soñadores catalanes. El amor grabado en la fluidez del mundo.

Autorretrato

Sueño lo que callo, me supongo a mí mismo éste que es, me recuerdo habiéndome visto. Me olvido mirándome de frente, me esfuerzo por envejecerme. En la sonrisa de una muchacha, yo me sé. Niño, reinvento sin cesar el espejo quebrado donde se estampa la imagen de Narciso perseguido. Indiferente a las bromas de aquellos que ya no creen en los espejismos de mis cristales y en las Dulcineas tras las ventanas mas allá de otros lugares.

Vista táctil

Yo jamás toco, yo miro de cerca como el dios griego traicionado por la bella Psiquis. En el presente, su mirada me provoca un sentimiento amargo de distancia, de separación y de adiós. Sin embargo no dejo de mirar de cerca para recuperar la sombría luz de su presencia, escudriñando sus pestañas portadoras del olor de ese día que los exilios terrestres ansían en lo lejano.

Espejo

Oh tú, saber efímero de mi tránsito terrestre, pulido asilo
de vislumbres sustraídas, de los días que no regresarán.

Eres el juguete favorito de los niños que encierran a los pájaros
en la ciudadela de las sombras.

En el crepúsculo, tú prolongas el silencio de las ausencias
heridas.

Por la mañana, esperas capturar los rostros en el tránsito
del deseo.

Oh espejo, embrujada ventana que da sobre el alba de un día
nunca nacido.

En medio de la noche, desenmascaras al adorador y ríes
mostrando el lecho de muerte, todavía tibio, del
bienaventurado Narciso.

A veces te quiebras para no responder por tus crímenes.

A menudo juegas a las escondidillas hasta traicionar finalmente
tu desnudez maldita.

Mientes, disimulando tras tus pupilas vacías el acecho de la muerte, y te cansas a veces y niegas a los ángeles el refugio de tus falsas apariencias.

Al mediodía te hastías en el horror del vacío.

Traducción: Raúl Dorra

Evgen Bavcar, "Reimpresiones", Fractal n° 15, octubre-diciembre, 1999, año 4, volumen IV, pp. 97-106.